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Actualizado: 11 de octubre de 2025


Prometímosselo, y, abrazándonos y echándonos su bendición, el uno tomó el viaje de Salamanca, el otro de Sevilla y yo el de Alicante, adonde tuve nuevas que había una nave ginovesa que cargaba allí lana para Génova.

Mendiburu dice que, al principio, encontró el uso de la quina fuerte oposición en Europa, y que en Salamanca se sostuvo que caía en pecado mortal el médico que la recetaba, pues sus virtudes eran debidas a pacto de dos peruanos con el diablo. En cuanto al pueblo de Lima, hasta hace pocos años conocía los polvos de la corteza de este árbol maravilloso con el nombre de polvos de la condesa.

Es que yo creo que si vuesa merced... Cuando yo estaba en Salamanca y poníame a jugar con otros como yo, cada vez que recitaba cierta oración que yo me , les sacaba todos los cuartos. ¿Fue ansí como llegaste a reunir tanta hacienda? No se burle vuesa merced, que andaba yo amancebado, en aquel tiempo, con la hembra menos guardosa del mundo.

Yo espero que con el tiempo, y quiera Dios que no demasiado tarde, el Ayuntamiento de la culta Salamanca dedique su atención y algunos fondos á este notabilísimo edificio, comprándolo, si ya no es suyo, derribando todo lo moderno y postizo que hay en él, reforzando lo viejo y monumental, y poniendo allí un conserje que custodie y muestre á los viajeros aquellos prodigios del arte, dignos de veneración y estudio .

D. José Salamanca busca siempre la fama real, sensible, presente, bulliciosa; la fama que se oiga, que se vea, que se toque; esa fama que equivale al crédito; ese crédito que es un gran capital, un gran fondo, un grande y universal gerente. D. José Salamanca es un esclavo de la opinion pública, para hacerse dueño del público. Quema incienso á la sociedad, para que la sociedad se lo queme á él.

Olga D. José Salamanca la verdad; esa verdad que se le ha escondido en las biografías que se le han dedicado; oiga la verdad de unos apuntes, que no van dedicados á Salamanca, sino á la opinion de mi país, á la probidad de mi conciencia, y si pudiera ser, al espíritu de la historia.

La dicha Calle de Zamora, que, según vimos después, es la mejor de Salamanca, llamó sobre todo nuestra atención, y muy particularmente la mía, por su color pardo, austero y como de vejez.

Aquel joven nos dijo, entre otras muchas cosas menos interesantes, que la puerta, ya sin puerta, por donde poco después entrábamos en Salamanca, se llama todavía la Puerta de Zamora, y que la hermosa calle que allí comienza lleva también el nombre de la ciudad de Gonzalo Arias.

Tanta erguida piedra campeando en el aire, tanta arquitectura, tanta grandiosidad, tanta nobleza, correspondían de todo punto al encomiástico dictado de «Roma la Chica.....» Era, pues, indudable que estábamos delante de Salamanca. La Estación del ferrocarril de Salamanca distará un kilómetro de la ciudad, y desde aquélla á ésta corre una hermosa calle de árboles, que sirve de paseo público.

Para D. José Salamanca significa poco la fama moral, metafísica, póstuma; la fama que viene despues, como despues del vivo viene el muerto, como despues del muerto vienen sus cenizas.

Palabra del Dia

mármor

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