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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Y, además, ¿no hay algo inmensamente sagrado entre las relaciones de esta madre y de esta niña? ¡Ah! ¿cómo es eso, buen Sr. Dimmesdale? interrumpió el Gobernador, os ruego que aclaréis este punto.

Si Taboada debía ser sagrado para aquellos hombres, ¿qué podían hacer con él? Miré repetidas veces hacia el lugar donde sabía que estaba la casa de Olga, pero no alcancé á verla, pues me la ocultaban los árboles. El general abandonó el volante, cambiando de sitio con su chófer. La habilidad de éste le inspiraba, sin duda, más confianza que su propia habilidad.

HONORABLES RR. DE LAS LEGISLATURAS PROVINCIALES: A vosotros toca el deber sagrado de dictar leyes análogas y benéficas al pueblo que os honró con tan alto cargo.

Después vio llegar a un cura rollizo, sonriente, cubierto de oro, como el altar del baptisterio, con todo el aparato sagrado de acólitos, cirios y cruces que reconoció que eran del caso. No se oponía él a nada, todo estaba bien.

La esfinge colosal, el centauro, el buey sagrado, el animal-hombre, el monstruo humano bajo todas las formas extravagantes y brutales, cuajados de ralieves toscos, de jeroglíficos sintéticos, de signos incorrectos están revelando una época en que todo fué gigantesco y monstruoso como el iguanodon ó el megaterio; en que todo vivia con exceso, sin los perfiles y el pulimento que el trabajo secular de la creacion ha traido lentamente para perfeccionar las cosas.

Sus amarillas ropas de infamia cubiertas de rojos pintarrajos absorbían la lumbre del poniente y cobraban sobre ella un esplendor bárbaro y fatídico. Hubiérase dicho la sacerdotisa de algún espantoso culto de inmolación y de éxtasis pronta a arrojar su sagrado cuerpo a las llamas.

O nosotros impondremos á España las sanas costumbres y creencias de los antepasados, ó nos aislaremos como ciertos pueblos de América, que viven felices, gobernados por el Sagrado Corazón de Jesús. Allí están los que dirigen y son gente que lo entiende: allí se prepara el porvenir.

De pronto surgía la protesta, el cisma, la herejía. Ya habían hecho bastante de capellanes los que estaban en el altar. Debían ceder las casullas á los que miraban, para que, á su vez, ejerciesen el sagrado ministerio. Esto era lo tratado.

Se decía que este sabio anciano era al mismo tiempo el médico y el amigo del joven eclesiástico, cuya salud se había deteriorado mucho últimamente á causa de su abnegación sin límites y su consagración completa á los trabajos y deberes de su sagrado ministerio.

Principió mostrando un asombro irónico de que aun hubiera quien dejase las vanidades del mundo para escuchar la palabra de Dios y felicitó calurosamente a los fieles que habían acudido a tomar parte en la novena del Sagrado Corazón de Jesús.

Palabra del Dia

ciencuenta

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