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Actualizado: 22 de julio de 2025
Todavía mejor se aprecian determinados detalles en la pintura y en la escultura siendo de enumerar entre las obras que la Comisión ha visto, un cuadro existente en la sacristía de la iglesia de Zumaya, porque representa combate naval entre naos castellanas y portuguesas firmado, el año 1495, y los bellísimos relieves de la parroquia de San Nicolás de Burgos, en que con delicadeza incomparable se han esculpido naos azotadas por la tempestad, partidas las jarcias, deshechas las velas, atribulada la gente en espera de inmediato siniestro .
Tardó en cumplirse su deseo, mas se cumplió por último. Don Jacinto, saliendo de la sacristía, atravesó el templo. Ella le vio y salió antes que él y le aguardó a la puerta, entre varios mendigos que pedían limosna. La palidez limpia y mate de su rostro tenía soberano hechizo y sus negros y rasgados ojos brillaban como dos soles de luto.
Don Custodio le decía Glocester, el ilustre Arcediano, que había notado sus paseos ¿qué hay?, ¿ha venido esa dama? ¡Una hora! ¡una hora! Confesión general. Ya usted ve.... Y más tarde: ¿Qué hay? ¡Hora y media! Le estará contando los pecados de sus abuelos desde Adán. Glocester había esperado en la sacristía «el final de aquel escándalo».
Había algunos rostros bastante agradables entre las mujeres, frescos y sonrosados, los cuales, por más que aparentasen mucha atención y recogimiento, no dejaban de volverse a menudo, y con visible curiosidad, hacia el forastero pálido que se apoyaba en el quicio de la puerta de la sacristía.
Pronto las carcajadas de Obdulia Fandiño, frescas, perladas, como las llamaba don Saturno, llenaron el ambiente, profanado ya con el olor mundano de que había infestado la sacristía desde el momento de entrar. Era el olor del billete, el olor del pañuelo, el olor de Obdulia con que el sabio soñaba algunas veces.
La iglesia y la sacristía, como todo el conjunto del edificio, es del estilo del Renacimiento.
Y yo me he embarcado para cambiar de vida, para intentar la conquista de la riqueza, para entrar en esa iglesia aunque sea de simple monaguillo, y ver de cerca los misterios de la sacristía.
Entraba en la sacristía muchas veces diciendo de modo que apenas se le oía: ¡Buen tiempo tenemos, señores! ¡Mucho dure!
Encontró en el trascoro a don Custodio y no le contestó al saludo; entró en la sacristía y amenazó al Palomo con la cesantía, porque el gato había vuelto a ensuciar los cajones de la ropa. Pasó después al palacio y el Obispo sufrió una fuerte reprensión de las que en tono casi irrespetuoso, avinagrado, espinoso, solía enderezarle su Provisor.
Bien sabe usted lo contrario, abuela... Si el señor cura llega tarde a misa, si se enreda en un oremus si no estaba en el confesionario a la hora exacta, si la señora de Tal ha ido a buscarle a la sacristía, si la señorita Fulana ha tosido en misa, todo es materia de numerosas reflexiones... Pobre señor cura, buena falta le hace tener diplomacia...
Palabra del Dia
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