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Actualizado: 17 de junio de 2025


Y cuando se hubieron saciado las soltaron y se alejaron riendo, mientras ellas, sacudidas por una violenta cólera, agarraban del río enormes pedruscos y se los lanzaban con una fuerza que sólo la indignación y la vergüenza pueden prestar. Desaparecieron al cabo de su vista por detrás del espeso matorral de mimbreras y avellanos. Quedaron las zagalas un momento inmóviles.

15 Yo en justicia veré tu rostro; seré saciado cuando despertaré a tu semejanza. 1 Al Vencedor: [Salmo] del siervo del SE

9 Mejor es el que se menosprecie y se hace siervo, que el que se precia, y carece de pan. 12 Desea el impío la red de los malos; mas la raíz de los justos dará fruto. 13 El impío es enredado en la prevaricación de sus labios; mas el justo saldrá de la tribulación. 14 El hombre será saciado de bien del fruto de su boca; y la paga de las manos del hombre le será dada.

Hay todavía en un desborde de vida, del que he podido tomar mi parte, pero al fin, estoy saciado... Saciado hasta el extremo. Sentíame como sumergido en el fango... En una palabra, ansío un ideal elevado y aun austero, y lo encuentro en el sentimiento que experimento por vos; y este sentimiento, que es el amor, mucho me lo temo, es también una religión.

Pasó por encima de muertos y moribundos hacinados, y llegó á un lugar inmediato que estaba hecho cenizas; y era un lugar abaro que conforme á las leyes de derecho público habian incendiado los Bulgaros: aquí, unos ancianos acribillados de heridas contemplaban exhalar el alma á sus esposas degolladas; mas allá, daban el postrer suspiro vírgenes pasadas á cuchillo despues de haber saciado los deseos naturales de algunos héroes; otras medio tostadas clamaban por que las acabaran de matar; la tierra estaba sembrada de sesos al lado de brazos y piernas cortadas.

En sus siestas de ebrio saciado y feliz, reaparecía Freya, que no era Freya, sino doña Constanza, la emperatriz de Bizancio. La veía vestida de labradora, tal como figuraba en el cuadro de la iglesia de Valencia, y al mismo tiempo completamente desnuda, igual que la otra cuando danzaba en el salón.

Se leía en sus grandes ojos negros el reconocimiento apasionado que todo hombre galante debe a la mujer que ha elegido; la admiración religiosa de un padre joven por la madre de su hijo. Se veía, en fin, como un deseo no saciado, una sumisión de la fuerza al capricho, el temor de la negativa, una solicitud inquieta que probaba que la señora Chermidy era una mujer de talento.

En el interior de las casas que no eran presa de las llamas, el espectáculo era más lastimoso, porque no sólo los hombres, sino las mujeres y niños, aparecían cosidos a bayonetazos en las cuevas, y si se trataba de entrar en alguna casa, por dar auxilio a los heridos que lo habían menester, era preciso salir a toda prisa, abandonándoles a su desgraciada suerte, porque el fuego, no saciado con devorar la habitación cercana, penetraba en aquélla con furia irresistible.

Luego, como si este saludo matinal los hubiera saciado por el momento, buscaron la sombra de un toldo, y sentados en dos sillones, contemplaron el Océano en dulce quietismo, mirándose sin palabras. Fernando la examinaba a la luz del sol, gozándose con extraña crueldad en su desencanto, cada vez mayor.

Palabra del Dia

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