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Actualizado: 19 de junio de 2025
No hay cosa más ridícula que andar dibujando tajos en el aire y haciendo ruido con los sables como en el teatro. Un buen golpe recto, partiendo de la inmovilidad, ¡esa es la manera de concluir pronto! Murió Alvarito, Dios le tenga en gloria; Bebamos una copa a su memoria. volvió a cantar Rafael con voz engolada levantando la copa de champagne.
Yo no trato de evitar un duelo dijo el capitán . El duelo es inevitable. Trato sólo de que no luchéis aquí como dos ganapanes. Faltaría a mi decoro si presenciase tal lucha. Que vengan armas dijo el conde . No quiero retardar el lance ni un minuto... En el acto... aquí. ¿Queréis reñir al sable? dijo el capitán. Bien está respondió D. Luis. Vengan los sables dijo el conde.
Fue con paso vacilante hacia la alcoba y a tientas, porque ya la oscuridad era completa, metió las manos en el armero y sacó dos grandes sables de caballería. Toma dijo alargando uno al capellán.
Mira pronto me dijo Oliverio, es el rey. Confusamente vi reflejos de la luz sobre cascos y sobre hojas de sables, y aquel desfile de hombres armados y de caballos herrados, resonó brevemente sobre el empedrado con eco metálico, perdiéndose luego cada vez con ruido menos perceptible, en la luminosa niebla de las antorchas.
Don Marcos vió á los dos hombres frente á frente, desnudos de cintura arriba, brillándoles los bustos con la humedad de la reciente frotación, cimbreando en sus manos unos sables con filos de navaja de afeitar. «¡Adelante!» Alguien dirigía el combate. «¡Pero esto es una barbaridad! pensó el español . Estos hombres son unos salvajes.»
Y así fueron sus casas, con la entrada hebrea, y la parte alta como las casas de Egipto, o como las de Persia. Los persas fueron pueblo de mucho poder, como que hubo tiempo en que todos esos pueblos de los alrededores vivían como esclavos suyos. Persia es tierra de joyas: los vestidos de los hombres, las mantas de los caballos, los puños de los sables, todo está allí lleno de joyas.
Entonces el teniente, a quien devoraba el fuego de la guerra, mandó desenvainar los sables, y sonriendo ferozmente, cargó sobre la muchedumbre como un jabalí indomable. Al verlo, un vivo estremecimiento corrió por los miembros de cada uno de los lacienses.
Su corazón de guerrero se estremece, un círculo de espuma se forma en torno de sus labios y se lanza al combate con los ojos inflamados, respirando exterminio. Entonces, bajo el imperio de su fuerza incontrastable, los jóvenes héroes de Lancia se replegaron dando fuertes gritos amenazadores. Los sables de los civiles comenzaron a sonar de plano en las espaldas de algunos.
Ni les intimida el número, Ni el morir les causa miedo; Con sables hechos pedazos Sus ojos despiden fuego, Está abollado el morrion Y sangre vierten sus miembros, Ruge el plomo en sus cabezas Y retiembla el pavimento; Pero ellos imperturbables En medio del entrevero, Sueltan la rienda al caballo, Descargan golpes tremendos; Y ante su diestra valiente Llenos de susto los siervos, Bajan la mústia cabeza, Abren un ancho sendero; Y allí donde el clarin Resuenan los tristes ecos Llenos de sangre y de polvo Júntanse los coraceros.
A su paso por La Rioja ha dejado escondidos en los bosques todos los fusiles, sables, lanzas y tercerolas que ha recolectado en los ocho pueblos que ha recorrido; pasan de 12.000 armas.
Palabra del Dia
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