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Sólo la idea de ir a trabajar con él en aquella odiosa tienda le sublevaba. ¿Cómo podían entenderse él y su tío, él tan sabio, tan listo, llamado a sublimes destinos, y su tío un hombre tosco y rudo que sólo sabía hacer suspensorios y cazar, un bárbaro que llamaba cláusulas a las cápsulas, y que cuando se puso el primer tranvía hablaba de la tripulación de los coches, en vez de decir trepidación?

Era el que hablaba un rudo campesino de alta estatura, que al acercarse levantó ambas manos, á cada una de las cuales le faltaban el pulgar y los dos primeros dedos. ¡Por San Jorge! ¿Quién os ha maltratado de esa manera, camarada? preguntó Simón.

»En aquel instante vi entrar a Pepe Guzmán en el saloncillo. Este rudo contraste acabó de desconcertar la máquina de mis nervios.

Su aprendizaje había sido rudo y tremendo; por eso en sus consejos nunca se olvidaba de incluirme este: "Mirá, si querés pasar de sargento, aprendé la pluma; sin esto y movía la mano en el aire como quien escribe es al ñudo forcejear."

Ha habido hombres destinados a vivir en el refinamiento de los goces espirituales, en el cultivo de las artes, en el lujo y la elegancia, en los placeres que proporciona el comercio entre personas inteligentes y cultas, y otros hombres también dedicados a proporcionarles los medios necesarios para vivir de tal modo con un trabajo rudo y doloroso.

El gigante había movido un brazo para colocarlo al nivel de su cuello, y á continuación hizo con él un rudo movimiento á lo largo del pecho, que anonadó y se llevó rodando cuanto pudo encontrar. Los seis hombres, con su barra, así como la misteriosa mujer que los dirigía, salieron disparados por el aire.

No pude menos de sonreir al escuchar a mi pobre tía. ¿Mi porvenir? . No, tía; yo no me pasaré la vida escribiendo alegatos. Ese trabajo me mata. No porque sea rudo, sino porque es insuficiente. Prefiero las faenas agrícolas y la vida agitada de los campos que dan salud y buen humor. La enferma permanecía silenciosa. Tía Pepa trató de convencerme de que no debía yo dejarlas.

Así, pues, primo, vea á qué altura se halla; el pasado es rudo seguramente. Sin embargo, le sugeriré algunos pensamientos que me son habituales, y que me parece le proporcionarán muy serios consuelos.

Ese fue para los dos un rudo golpe. Martín, como de costumbre, ocultó su pesar sin decir nada; Juan de naturaleza más animada manifestó un dolor inconsolable, hasta el punto de tener que sufrir, en el momento de la marcha, mil burlas de sus camaradas. Pero su dolor no fue de larga duración.

Ya le seguiremos en su interesante regreso al escondrijo donde mal vive. Por de pronto, observémosle en su rudo luchar por la pícara existencia, y en el terrible campo de batalla, en el cual no hemos de encontrar charcos de sangre ni militares despojos, sino pulgas y otras feroces alimañas.