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Actualizado: 20 de noviembre de 2025
"De la batalla sangrienta Presuroso sale Dario Habiendo para escaparse Del vencedor Alejandro..." Romance de Gabriel Lobo Laso de la Vega. Romancero de Durán, núm. 503. Alude Lope a dos ejemplos famosos de continencia, muy celebrados en el Renacimiento.
Supúsose que el personage enterrado en la antigua capilla mayor era aquel infeliz duque de Arjona D. Fadrique de Castro, esforzado caballero y protector de trovadores, nieto del maestre D. Fadrique hermano del rey D. Pedro, y cuya desgracia se refiere en aquel romance antiguo que empieza: «De vos el duque de Arjona Grandes querellas me dan.»
No parece próxima la concesión al solar rizalino de la independencia que ansía. Tanto peor para el idioma inglés. Porque el nacionalismo, henchido de brillantes poetas y prosistas, por dar en rostro al detentador, más ahincadamente empleará y propagará nuestro romance.
Estando los dos en estas pláticas, vieron que venía a pasar por donde estaban uno con dos mulas, que, por el ruido que hacía el arado, que arrastraba por el suelo, juzgaron que debía de ser labrador, que habría madrugado antes del día a ir a su labranza; y así fue la verdad. Venía el labrador cantando aquel romance que dicen: Mala la hubistes, franceses, en esa de Roncesvalles.
Junto con estos rumores llegó a oídos de Jaime un débil tamborileo y una voz de hombre que entonaba un romance ibicenco.
Las especies principales del trocáico de cuatro pies, que aparecen en él, son las que siguen: a. El romance ó el verso trocáico, asonantado de tal suerte, que el cuarto verso, ó asuena ó repite el eco de las vocales últimas del segundo, y el sexto las de ambos, etc.
Todos los movimientos del compadrito revelan al majo: el movimiento de los hombros, los ademanes, la colocación del sombrero, hasta la manera de escupir por entre los colmillos, todo es un andaluz genuino. Del centro de estas costumbres y gustos generales se levantan especialidades notables, que un día embellecerán y darán un tinte original al drama y al romance nacional.
Aquella noche murió mi padre, mientras yo dormía oprimiendo el tesoro conquistado. ¡Pobre libro mío! A los diez años muy lejos estaba de amarlo por el valor moral de sus páginas; era el Ivanhoe, el primer romance que debía deslumbrar más tarde mi imaginación virgen de impresiones.
Al contrario, aplica el romance con más frecuencia que sus antecesores, predominando, así, en el diálogo como en las narraciones, de manera que las demás combinaciones métricas rimadas las reserva para los momentos culminantes de la acción.
»A los diez años ya sabía gramática, que yo le había enseñado; trasladaba al romance á Horacio y á Virgilio, y además mostraba gran afición á las armas.
Palabra del Dia
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