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Actualizado: 20 de octubre de 2025
Esta metáfora traducida a buen romance quiere decir que Leonorcica, lejos de lloriquear y tirarse de las greñas, tocó generala, revistó a sus amigos de cuartel, y de entre ellos, sin más recancamusas, escogió para amante de relumbrón al alférez del regimiento de Córdoba don Juan Francisco Pulido, mocito que andaba siempre más emperejilado que rey de baraja fina. Mano de Historia
Cuando escuchaba esta música monótona y relinchante, que parecía recordar los primeros cantos de los marineros semitas esparcidos por el Mediterráneo, sumíase en otros pensamientos para hacer corta la espera y sufrir menos con la extraordinaria longitud del romance.
Poco después se le indigestó un romance mío con algunas otras cosas al duque de Lerma, y me cogió, y me enjauló en San Marcos. Allí he estado dos años; allí os he recordado más de una vez... En resumen, lo que vos pensásteis de mí en aquel tiempo...
Sus composiciones se distinguen, con gran ventaja suya, de la forma monótona de las de Moratín, en que, además del romance, ofrecen también redondillas, tan harmoniosas y apropiadas al teatro.
-Por mí -dijo el barbero-, doy la palabra, para aquí y para delante de Dios, de no decir lo que vuestra merced dijere a rey ni a roque, ni a hombre terrenal, juramento que aprendí del romance del cura que en el prefacio avisó al rey del ladrón que le había robado las cien doblas y la su mula la andariega.
Su historia portentosa, como un romance de moros y cristianos, inflamaba todas las imaginaciones. Era un santo de la tierra: el hijo segundo del rey moro de Carlet.
Mi deber, el deber que había prometido cumplir al moribundo cuya vida había sido un romance secreto, era asumir el carácter de protector de Mabel, y no convertirme en su amante y así sacar provecho de su fortuna.
El español, que es el antiguo romance, y que se llamó así para distinguirlo del romano ó latino, vino al mundo bajo los auspicios de la poesía, y por medio de ella se generalizó, se perfeccionó, y se perpetuó de generacion en generacion, hasta llegar á ser la lengua de Cervantes y de Solis.
Vámonos al Andulucía , que es la más ancha del mundo; y pues yo te hago la costa, no tienes que temer nada; que, con el romance que dice: «Tendré el invierno en Sevilla y el veranito en Granada» , no hemos de dejar lugar en ella que no trajinemos. Y volviéndose a la ventana que salía a la calle, le dijo: Hágote puerta de mesón.
Y a lo que decís, señor, que vuestro hijo no estima mucho la poesía de romance, doyme a entender que no anda muy acertado en ello, y la razón es ésta: el grande Homero no escribió en latín, porque era griego, ni Virgilio no escribió en griego, porque era latino.
Palabra del Dia
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