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Actualizado: 14 de septiembre de 2025
La comparsa, el coro y el otro asunto más amplio, en que el asunto principal encaja, son una legión de mártires, apóstoles y santos, y una serie de acontecimientos terribles y reales, que inspiran la Apocalipsis al Aguila de Patmos, y que preparan la prodigiosa mudanza de Babilonia en nueva Jerusalén, y el vencimiento del imperio de la fuerza por el imperio del espíritu, del que igualmente ha de ser capital Roma, purificada y santificada por la sangre de los confesores de Cristo.
Madre de veinte pueblos que hablan tu hermoso idioma yo te saludo en este tu embajador poeta y ansío que tu sueño, análogo al de Roma, lo vivifique un mundo que te ama y te respeta eterno sea el triunfo de tu vital axioma. Vivir es renovarse. De tu pasada gloria el canto repetido tu acción jamás empaña. España ya estás libre; no hay moros en tu entraña.
Y en verdad que merece la pena: el arte que nació en el Oriente, que tuvo mas tarde por patria á Grecia y que por último se guareció en Roma, habita hoy en Paris. En este poderoso bazar del lujo y de la pompa, tiene en nuestros dias su templo.
Esto, Pánfilo, Roma te aconseja; No digan que de plumas que has hurtado Te has querido vestir, como corneja.
Yo le oí en cierta ocasión hablar de lo que se hacía en los museos y demás edificios notables allá en Roma y en otras ciudades: la entrada libre a todas horas, pero pagando. Una gran comodidad para el público, que no necesita de recomendaciones para ver las cosas.
Todo lo miraba Sancho, y de ninguna cosa se dolía; antes, por cumplir con el refrán, que él muy bien sabía, de "cuando a Roma fueres, haz como vieres", pidió a Ricote la bota, y tomó su puntería como los demás, y no con menos gusto que ellos.
Sin saber por qué, sintió la necesidad de deslumbrar con un embuste al simple lego, el cual parecía convencido de que la humanidad entera se interesaba por las cosas de la Orden, sin que ni un solo hombre ignorase dónde estaba el cuerpo de San Ignacio. ¡Ah! ¡El señor ha estado en Roma! exclamó el hermano mirándolo con cierta admiración, como si de repente creciese ante sus ojos.
Como antes hablamos ya lo suficiente acerca de las comedias religiosas, es nuestro propósito ocuparnos sólo excepcionalmente en este punto; pero no podemos menos de llamar la atención hacia La Magdalena de Roma, de Diamante.
Ni siquiera el egoísmo nacional, a falta de más altos impulsos; ni siquiera el exclusivismo y el orgullo de raza, que son los que transfiguran y engrandecen, en la antigüedad, la prosaica dureza de la vida de Roma, pueden tener vislumbres de idealidad y de hermosura en un pueblo donde la confusión cosmopolita y el atomismo de una mal entendida democracia, impiden la formación de una verdadera conciencia nacional.
Así lo verificó el fraile, y los Hermanos de la pobre vida bajaron á Quacos, en donde la caridad pública les dió albergue y limosna. »No se desalentaron los cenobitas, ni eran hombres fáciles de vencer los dos recién llegados de Roma.
Palabra del Dia
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