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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Su vida consiste en hacerle á cada curioso la misma explicacion, presentarle un viejo registro para que firme y recibir la propina. Todo en el interior es triste, romántico y curioso.

Lo peor que le podía ocurrir era quedar en ridículo. ¿En ridículo él? ¡Imposible! La escena tomaría sin duda tono romántico, al menos al principio. Después... según. Su papel era rogar mucho, mostrándose arrepentido, en pocas y bien sentidas palabras. Ella se negaría rotundamente.... ¡pero le oiría!

Como la quinta estaba sobre una peña, a semejanza del castillo, tuvo Isidoro la ocurrencia de darle casi el mismo nombre, aunque en lengua castellana y recordando un sitio muy romántico que hay entre Antequera y Archidona. La quinta de Poldy se llamó la Peña de los Enamorados.

Ella vestía trajes de cierta fantasía, con un puñal de plata clavado en la cabellera, adorno romántico que escandalizaba a las devotas señoras mallorquinas. Además, no iba a misa a la ciudad, no hacía visitas, no salía de su casa más que para juguetear con sus hijos o sacar al sol al pobre tísico, dándole el brazo.

Un capricho de romántico sentimentalismo que se le había ocurrido al salir de la ciudad y ver los primeros naranjos cubiertos de aquella flor cuyo perfume había retenido en paciente espera a la artista durante muchos meses.

Amar sin saber á quién se funda en la más felicísima invención, que es dado inspirar á la musa cómica, exhalándose en toda ella tan romántico aroma, que no puede menos de arrebatar á cuantos sean capaces de sentir los encantos de la poesía. Don Fernando y Don Pedro se desafían en las inmediaciones de Toledo, cayendo el último.

Nada mas curioso y romántico que un concierto nocturno de ese coloso de plomo. Todos los viajeros y curiosos que quieren oirlo compran sus billetes para cierta hora, de modo que la catedral se convierte en una sala de concierto.

Un helado calofrío me pasa por todo el cuerpo cuando pienso en la horrible manera en que debía realizarse esa frase, llena de presentimiento, pero en aquel momento nada vino a advertírmelo: sólo experimentaba un vivo deseo de dar a ese amor, por demás prosaico para mi gusto, un giro tan romántico como fuera posible. Desgraciadamente no había gran cosa que hacer.

Por último, pertenece asimismo á la historia la lucha de que fueron testigos los muros de Granada, aunque revestida desde un principio con los brillantes atavíos de la tradición, y notable por su interés romántico.

Crespo, satisfecho, tranquilo, apacible, en voz baja, como respetando el primer sueño del campo, su ídolo, dejaba caer sus palabras como un rocío en el alma de Ana, que entonces comprendía aquella adoración tranquila, aquel culto poético, nada romántico, que consagraba Frígilis a la naturaleza, sin llamarla así, por supuesto.

Palabra del Dia

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