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Actualizado: 10 de mayo de 2025
Por encima de las botellas, por encima del estante, por encima de los hombros del amo, se veía saltar un gato enorme, que pasaba la mayor parte del día acurrucado en un rincón, durmiendo el sueño de la felicidad y de la hartura. Era un gato prudente, que jamás interrumpía la discusión, ni se permitía maullar ni derribar ninguna botella en los momentos críticos. Este gato se llamaba Robespierre.
El terror de 1793 en Francia era un efecto, no un instrumento; Robespierre no guillotinaba nobles y sacerdotes para crearse una reputación ni elevarse él sobre los cadáveres que amontonaba.
¿Qué más que escribir una sátira de la tal tertulia con mucha sal y pimienta, retratando a todos los que van a ella, y mandarla al <i>Robespierre</i> para que la estampe? añadió un pavo.
Pero es triste ver que el gran pueblo que la realizó está todavía esperando, despues de setenta años de peripecias políticas, el cumplimiento de los promesas de libertad hechas en los terribles dias de una lucha titánica. La libertad, por la cual creyó luchar sinceramente Robespierre, no ha venido todavía; pero quedan aún los recuerdos sangrientos que despierta el nombre del diputado de Arras.
Sardou, que se indignó hasta el insulto contra el famoso Irwing, porque éste había representado el papel de Robespierre con botas de reverso y no con medias blancas de seda, no permite que nada quede encomendado á la discreción ó cuidado de los actores.
Aquí se trasladó en el sangriento 23 de Agosto la guillotina, por órden del Consejo general de la Municipalidad de Paris, y esa guillotina, ese mónstruo bárbaro é insaciable, devoró las cabezas de Luis XVI, de María Antonieta, de Carlota Corday, de la Princesa Isabel, de Madama Roland, de los Girondinos, de Barnave, de Hebert, de Danton y de Robespierre.
Por último, vinieron los tiempos revolucionarios, y el antiguo palacio de Luxemburgo, el heredero de tantos reyes, de tantas intrigas, de tantos misterios y de tantos conflictos, pasó á ser una finca nacional. Bajo la Convencion, se convirtió en prision de Estado, á la cual fuéron conducidos Hebert, Danton, y otros célebres personajes, incluso Robespierre.
Al pasar por allí no puedo uno ménos que estremecerse y afligirse, ya recordando los nombres de Robespierre y José Lebon, terribles hijos de Arras, ya pensado en la instabilidad de las revoluciones políticas y sociales que parecen mas trascendentales para los pueblos. Efectivamente, la Revolucion francesa produjo inmensos resultados que donde quiera se palpan.
Palabra del Dia
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