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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Aquí se trasladó en el sangriento 23 de Agosto la guillotina, por órden del Consejo general de la Municipalidad de Paris, y esa guillotina, ese mónstruo bárbaro é insaciable, devoró las cabezas de Luis XVI, de María Antonieta, de Carlota Corday, de la Princesa Isabel, de Madama Roland, de los Girondinos, de Barnave, de Hebert, de Danton y de Robespierre.
Leopoldina Pastor no se asustaba: de morir ella, moriría como Carlota Corday, despachando antes media docena de indecentes, como Marat. Carmen Tagle dio un suspiro, sacó un poquito la lengua y preguntó si aquello dolería mucho. Tan sólo se siente un ligero frescor contestó a lo lejos una voz cavernosa.
Yo haré relacion de lo que he visto. Al dia siguiente de mi llegada á la capital de Francia, fuíme al Cuartel Latino á visitar dos casas célebres: la que habitó últimamente Robespierre y aquella en que vivia Marat cuando la heróica Carlota Corday libró á la humanidad de tan furibundo demagogo.
Acto seguido resonaba en su cerebro una aclamación, el suspiro gigantesco de millones de mujeres que se veían libres de la más sangrienta de las pesadillas gracias á ella, que era Judith, Carlota Corday, un resumen de todas las hembras heroicas que mataron por hacer el bien.
En una parte los Girondinos, condenados á muerte, Carlota Corday matando á Marat, ó un grupo de Bobespierre, Danton y otros jacobinos; en otro sitio, Milton rodeado de sus hijas, dictándoles su admirable «Paraíso perdido;» en el centro de un salon, Napoleon con todos los soberanos y principales ministros de su época imperial; en el de otra sala los monarcas; presididos por Victoria y el emperador Napoleon Bonaparte.
Nosotros sin desconocer que como doctrina y como medio de guerra puede ser funesta y corruptora, aplicada á un hombre cuyo proceso ha sido formado por la conciencia universal, y considerando su desarrollo como la piedra destinada á dar filo al puñal tiranicida, no nos sentimos con fuerzas para reprobar una accion que aplaudiríamos si hubiera tenido lugar, como aplaudimos á Carlota Corday, la vengadora de la virtud, aunque su heróico sacrificio haya sido estéril para la libertad de su patria.»
Palabra del Dia
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