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Actualizado: 21 de junio de 2025
Tanto puede el tenaz recuerdo de la tierra donde se ha nacido aun en aquellos que menos lo imaginan. Nada escribe Pacheco sobre si en Nápoles trabó su yerno amistad con Ribera.
Iba presa de una emoción indefinible, murmurando incesantemente: «calle de la Pasión... una casita baja, de revoque amarillo... que hace esquina...» Atravesaron la calle de Toledo, entraron en la de los Estudios, anduvieron toda la del Cuervo y, al llegar a la Plazuela del Rastro, preguntó Paz a una mujer dónde estaba la Ribera de Curtidores, con propósito de seguir adelante, hasta encontrar la esquina de la calle de la Pasión.
Para abreviar el camino, que seria interminable si no se economizasen de algun modo los grandes recodos del rio, y á fin tambien de tener ménos corriente, se atraviesa por unos bañados que se presentan sobre la ribera derecha.
Escapado como por milagro en medio de una noche tempestuosa, las olas agitadas del Plata le dejan al fin tocar la ribera oriental; rechazado aquí, desairado allá, le entregan al fin las fuerzas extenuadas de una provincia que ha visto sucumbir ya dos ejércitos.
Las calles de la ciudad que desembocaban en la ancha ribera eran todas de breve y pronunciada pendiente. Es la antigua barranca explicó Ojeda sobre la que construyeron los españoles la ciudad. Más allá todo es llanura igual, uniforme. Esta pendiente es la única que existe en Buenos Aires. Antes, el agua llegaba hasta ella. Las tierras por las que marchamos fueron ganadas al Plata.
El lugar era solitario, la ribera más alta en aquel sitio, la mar más vasta y más conforme con la idea que se ha formado de ese azul desierto sin límites y de aquella soledad agitada.
Tendrá el segundo lugar su hijo, joven de veinte años, niño aún por sus hábitos, su lenguaje, sus juegos y su escasa ciencia. Era el único varón, y, por tanto, el mayorazgo de aquella noble casa, cuyo origen, como el del majestuoso Guadalquivir, se remontaba a las fragosidades de la Sierra de Cazorla, donde los primeros Afán de Ribera hicieron no sé qué hazañas durante la conquista de Jaén.
Después me llevó, y me hizo tornar por la ribera del río. 8 Y me dijo: Estas aguas salen a la región del oriente, y descenderán al desierto, y entrarán en el mar; y entradas en el mar, recibirán sanidad las aguas.
"Para inflamar tu cólera te diré que a despecho del mundo tu amada será mi esposa; pero esto es poco para un árabe si no ve el color de la sangre de su rival. A la tarde espero estar libre y al anochecer verme contigo a la ribera opuesta del puente entre los árboles del bosque. Muley."
"Apenas pusimos los pies en la ribera, cuando un escuadrón de pescadores, que así lo mostraban ser en su traje, nos rodearon, y uno por uno, llenos de admiración y reverencia, llegaron a besar las orillas del vestido de Auristela, mi hermana, la cual, a pesar del temor que la congojaba de las nuevas que la habían dado, se mostró a aquel punto tan hermosa, que yo disculpo el error de aquellos que la tuvieron por divina.
Palabra del Dia
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