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¡Eso! ¡eso! Retoza, grandísimo holgazán, comedor. Toda la tarde roncando y ahora en vez de ordeñar las vacas, de jarana dijo una vocecita aguda. Quien profería estas ásperas razones era la avinagrada esposa del tabernero, una mujerzuela bajita, menuda, rugosa, de frente ceñuda y ojos pequeños y fieros. Martinán se levantó del suelo riendo.

Nadie desprende con más cuidado el fruto y lo coloca con delicadeza en su delantal, ni distingue con más fina perspicacia la reineta del repínaldo, el balsaín de la balvona, ni sabe cantar mientras trabaja coplas más divertidas, ni retoza con tanta gracia, ni ríe de mejor gana, ni muestra al reir unos labios más rojos, unos dientes más blancos.

Me encuentro sentado ante una mesa cubierta con un mantel pequeño. ¡Voy a comer! Espero un poco; un perro con un cascabel al cuello entra y retoza por la estancia. Espero otro poco; otro perro fino, negro, luciente el de esta mañana y de todas las horas asoma su agudo hocico por la puerta y luego se cuela con pasito mesurado.

iQue dulce melodia es el sonido natural de la zampona campestre! porque, en estos parages, la vida patriarcal no es ciertamente una fabula de la edad de oro; el aire de la libertad no resuena aqui sino en las armonias de la flauta pastoral, y en el ruido sonoro de los cencerros del ganado que retoza en las colinas. iMi alma esta hechizada con semejantes ecos!... iQue no sea yo el invisible espiritu de un sonido melodioso, de una voz viva, de una armonia animada, qne nace y muere con el soplo que la produce!

Miro por sus intereses como si fuesen míos... mucho más que si fuesen míos... ¿Por qué se goza en hacerme padecer?... En cuanto hay mujeres delante me trata con un despego y un despotismo como no se trata á una negra... Y les dice requiebros, y retoza con ellas... y si me presento en el cuarto me pregunta con desprecio: «¿Qué hace usted ahí? ¿A qué viene usted aquíHasta que me echa, y esas perdidas se quedan riendo de ... Ahora le da por una que llaman Mercedes la Cardenala.

Para él fue un día de júbilo casi celestial, un día de esos en que el sol parece como que retoza en las almas, aquel en que vio publicado sus versos. Mas, poco le duró este contentamiento, pues cuando llegó a su casa mostrando su producción, los padres, que no estaban de acuerdo con esos juegos de la fantasía y viriles arranques de cubanismo, lo castigaron severamente.