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Las pulmonías y las fiebres perniciosas son terribles en Villaverde, pocos ancianos las resisten, y mi pobre madrina, achacosa, débil, extenuada por largos padecimientos, tendría que sucumbir. Pero no, por qué, si la queríamos tanto... si era tan buena, tan cariñosa... ¡si era una santa! Por aquí, señor, por aquí llegaremos más pronto... me dijo Mauricio, que iba a mi lado.

Mucho tiene que sufrir la virtud; pero si no tuviera que sufrir ¿sería virtud? ¿Qué mérito tendría? Y sin duda que la piedra de toque, en que se aquilata y contrasta el sufrimiento, es esta duda en que deja el virtuoso a los demás hombres acerca de si su virtud es tontería, impotencia o amilanamiento y poquedad de espíritu. Hombres hay que no resisten a esta prueba.

¿Por qué causa los privados de razón resisten las temperaturas más rigurosas, mientras que las personas con juicio en el mismo caso sucumben? ¿Se debe a una concentración más poderosa de la vida, a una circulación más rápida de la sangre, a un estado continuo de fiebre? ¿Es efecto de la sobreexcitación de los sentidos, o tiene quizás un origen que se desconoce?

Supuse por un momento que eras él. ¡Qué emoción cuando le vea!... Porque yo le veré. La desgracia no puede durar eternamente. ¿No crees que le veré?... Sus ojos entornados sonreían á una lejana visión de esperanza. Y Miguel, que había permanecido silencioso mucho tiempo, habló para infundirle ánimo. ¡Pobre mujer! ; vería á su hijo. A la edad de él se resisten todas las fatigas.

Ya no pensó en el gaucho, mas no por esto desapareció de su memoria el recuerdo de la noche anterior. Algo había sucedido al romper el día, cuando empezaban á marcarse luminosamente las rendijas de su ventana; y esto lo había percibido confusamente, como todo lo que pasa cuando los ojos se resisten á abrirse y el pensamiento vacila entre el sueño y la vigilia.

La tropa de carretas lleva, además, armamento, un fusil o dos por carreta, y a veces un cañoncito giratorio en la que va a la delantera. Si los bárbaros la asaltan, forma un círculo atando unas carretas con otras, y casi siempre resisten victoriosamente a las codicias de los salvajes ávidos de sangre y de pillaje.

En tierra se resisten mejor estas cosas; aquí tendrá que aguantarla a todas horas. Ha perdido su trato con las mujeres; las más atrevidas sólo la saludan con un movimiento de labios, y al faltarle la sociedad de su banda, se refugiará en usted... ¡Afortunadamente, me tiene a , que puedo aligerarle de este peso!...

Los de España sus aceros con ambas manos aferran, y a su filo no resisten las enemigas rodelas, y divide el mismo golpe hasta el pecho las cabezas, y parece, al descargarle, que surge de una caverna el ronco aliento, imitando esa saña, ese ardor, esa respiración del labriego, ruidosa, cuando maneja el hacha y gigante tronco desmenuza en leves leñas; y para espantar las almas abren tan cumplidas puertas que al salir, aún las más grandes se sienten harto pequeñas: todo fuego, todo llamas, lumbre todo en la contienda; las rojas chispas que al choque de los hierros centellean, los rayos de las pupilas, el ardor de la ira ciega, el resuello incandescente, el mar de sangre que humea...!

25 que con mansedumbre enseña a los que se resisten, si por ventura Dios les que se arrepientan y conozcan la verdad, 1 Esto también sepas, que en los postreros días vendrán tiempos peligrosos: 3 Sin afecto natural, desleales, calumniadores, sin templanza, sin mansedumbre, sin bondad, 4 traidores, arrebatados, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios;