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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Hay almas que rechazan instintivamente el mal. El odio pasó sin detenerse sobre el espíritu de Lázaro, como la gota de agua que resbala por el hierro candente. Las fuerzas le faltaron, y mientras los alegres ruidos de la fiesta, convertidos en voces misteriosas por la fantasía, le llamaban queriendo embriagarle con efluvios de desconocidos placeres, dio en tierra rendido y sin aliento.
Mas este se resbala, aquel no siente La herida, y dando esguince se desliza, Y él queda de la colera impaciente. En esto Boreas su furor atiza, Y lleva antecogida la manada, Que con la de los cerdas simboliza.
Aquí una pequeña capa de agua se extiende sobre una roca cubierta de verdoso limo y luego resbala por un asiento inclinado rodeado de helechos, ocultándose furtivamente por entre dos ramas de sauce que se inclinan hacia el líquido. Más lejos un pequeñísimo hilo de agua, contenido en una pequeña hendidura, corre, centellea y murmura en mi caída.
Tales son las orillas de nuestro arroyo en casi todo su curso que empieza en la base de los montes. Al igual que muchas otras aguas corrientes cantadas por los poetas, esta despierta en la imaginación la idea de una gigantesca serpiente que se resbala bajo la hierba reflejando sus círculos.
Se cruza por medio de él, y conducido por el vapor, el conjunto de lagunas que cercan la ciudad por el lado de Padua: como el puente no tiene mas anchura que la necesaria, y desde los vagones no se ve, el viajero se figura atravesar el mar con un ferrocarril que resbala por su superficie.
Pródigo, mientras tanto, disfruta de su bella, hasta que una noche, al bajar por la ventana, se resbala de la escalera y cae de bastante altura, lastimándose y yaciendo en el suelo sin poderse valer, circunstancia, que aprovechan la alcahueta y sus amigos, para despojarle de sus vestidos y del poco dinero con que cuenta.
Hay visitas, por supuesto, y son de pelo de veras, con ropones de seda lila de cuartos blancos, y zapatos dorados: y se sientan sin doblarse, con los pies en el asiento: y la señora mayor, la que trae gorra color de oro, y está en el sofá, tiene su levantapiés, porque del sofá se resbala; y el levantapiés es una cajita de paja japonesa, puesta boca abajo: en un sillón blanco están sentadas juntas, con los brazos muy tiesos, dos hermanas de loza.
El río se desliza ahocinado por su hondo cauce; resbala el sol por los altos peñascos y besa las aguas en viva luminaria; y la carretera, a la izquierda, se pierde a lo lejos, en rápido culebreo blanco, por la estrecha garganta. El segundo cuadro es un paisaje al óleo de un pintor desconocido y meritísimo: Adelardo Parrilla. Es una tabla pequeña.
Palabra del Dia
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