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Actualizado: 26 de octubre de 2025


Empezaba á pensar con pena en la renuncia de tantas ocasiones tentadoras, cuando un corredor de propiedades, de los que atisban al extranjero, le sacó de esta situación embarazosa. ¿Por qué no compraba un castillo?... Toda la familia aceptó la idea. Un castillo histórico, lo más histórico que pudiera encontrarse, completaría su grandiosa instalación. Chichí palideció de orgullo.

Y la prueba que no se creía la noticia, es que no produjo impresión alguna, ni síntoma de mejora siquiera; el oro, en los primeros momentos, bajó cautelosamente dos peldaños, se paró en el 343, miró, olfateó, y luego volvió de nuevo al 45, y como allí sin duda no se encontraba a su gusto, subió al 46, convencido de que la renuncia del señor ministro era una guayaba de a libra; en cuanto a los demás valores, siguieron bajando la escalera de cabeza.

La comedia española renuncia por completo á los preceptos dramáticos de los antiguos, ó más bien dicho, á las reglas señaladas por críticos sin juicio al drama clásico.

¡Qué importa! Te digo que quisiera morirme... Daría con gusto la vida por que no quisieras a Gonzalo... ¿Le quieres, corazón mío, le quieres mucho? Cecilia no contestó. ¡Dime, por Dios, que no le quieres! Cecilia siguió callada. Al cabo de algunos instantes dijo, esforzándose en vano por dar una inflexión segura a la voz: Gonzalo renuncia a casarse conmigo, ¿verdad?

Principió sus sesiones ocupándose de la renuncia que Bolívar habia hecho de su magistratura política, y determinó: que este leal y desinteresado patricio, mientras se daba al Estado un gobierno definitivo por medio de una Constitucion, siguiese como hasta alli en el desempeño de su cargo.

No se renuncia porque los pueblos en masa nos den la espalda a causa de que nuestras miserias y nuestras grandezas están demasiado lejos de su vista para que alcancen a conmoverlos. ¡No!; no se renuncia a un porvenir tan inmenso, a una misión tan elevada, por ese cúmulo de contradicciones y dificultades. ¡Las dificultades se vencen; las contradicciones se acaban a fuerza de contradecirlas!

Así, pues, la pobre joven encontraba en su natural apego al mundo, en su enérgica y floreciente salud, resistencias que le hacían muy dolorosa esa renuncia a todo... Y, sin embargo, ¿qué hacer? ¿adónde ir? La carta con la declaración de Fabrice vino a sorprenderla en medio de estas indecisiones crueles.

Naturalmente, estos rumores de renuncia vinieron acompañados de la estupenda nueva de que Esteven se había fundido, como metal puesto al fuego.

No se renuncia porque la fortuna haya favorecido a un tirano durante largos y pesados años; la fortuna es ciega, y un día que no acierte a encontrar a su favorito entre el humo denso y la polvareda sofocante de los combates, ¡adiós, tirano!; ¡adiós, tiranía!

Bermúdez de Castro agrega que con la intervención del Condestable de Castilla, del Embajador de Venecia, del Cardenal Legado, se presentó á Enrique IV, exponiendo humildemente su situación y suplicándole que, alzando los juramentos, admitiese la renuncia de la pensión que gozaba.

Palabra del Dia

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