United States or Tajikistan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Hacía tres semanas que me hallaba en el Pavol y mi tío pretendía que en ese lapso de tiempo, había embellecido tanto, que me llegara a encontrar el cura, no le fuera posible reconocerme.

No puedo... Bien sabes que soy tu amigo: hasta me haces el honor de reconocerme como pariente; te debo mucho; ¡pero eso que me pides... no! Es un disparate, una locura. Forzosamente habíamos de terminar así; lo he presentido hace algún tiempo. Pero de nada puede servirnos recordar lo pasado: ya no eres el Lubimoff que decía aquellas paradojas.

¿Pero cómo ha sabido vuestro tío?... Lo ignoro. Quedóse por un momento profundamente pensativa la dama. Yo creía no volveros á ver dijo , y si os como prenda mía una sortija, por la cual no podíais reconocerme, fué por concluir con vuestras importunidades. Yo esperaba que no me volvieréis á ver, porque vivo muy retirada. Pero cuando de tal modo os habéis equivocado...

Viéndola tan tranquila, cuando yo estaba tan turbado, encontrándola tan perfectamente bella, cuando tantos motivos tenía yo para reconocerme desagradable con mi traje de colegial y mi aspecto de campesino desgalichado, invadía todo mi ser un sentimiento de inferioridad humillante que me llenaba de desconfianzas, transformando la más sencilla familiaridad en sumisión sin dulzura, en ruin servidumbre con asomos de esclavitud.

No había visto á la señorita Margarita desde el instante de nuestra separación en la torre d'Elven. Cuando entré, estaba sola en el salón; al reconocerme hizo un movimiento involuntario como para levantarse, pero permaneció inmóvil y su fisonomía se coloreó repentinamente de una púrpura ardiente. Esta fué contagiosa, por que yo mismo sentí que me enrojecía hasta la frente.

Me parece dije tímidamente que había hecho un boceto un poco mejor. ¿El primero? No, querida; era igualmente feo en otro género. Había exagerado en un sentido opuesto... Una cara de luna llena, boca común y conjunto de una vulgaridad repugnante. Jamás consentiré en reconocerme en los pintarrajos fantásticos de la señorita Grevillois. Renuncio a ello.

Pero aquí vuestro padre no me nombra; os dice sólo, que por medio de un aderezo podréis reconocerme si yo quiero darme á conocer de vos. Ya veis, madre mía, que mi padre no ha podido ser más hidalgo. , pero... No es posible que ese secreto... Sin embargo... ¿quién os ha dado esa carta? El cocinero mayor del rey. ¡El cocinero mayor! , Francisco Martínez Montiño.

Pugnaba yo por entrar cuando vi cerca de a Presentación, que estrujada por espaldas y hombros muy robustos, mostraba gran aflicción y pesadumbre de haberse metido en tal fregado. Las otras dos y D. Paco no estaban allí. Al punto acudí a sacarla de apreturas, y al reconocerme se alegró mucho y me dio las gracias. ¿Dónde están las otras dos y D. Paco? le pregunté.

No merecía la pena de reconocerme en libros conmovedores cuando huía de mismo. Tenía que encontrarme mejor o peor; si mejor, la elección era superflua y, si peor, era un ejemplo que no debía ser buscado.