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Actualizado: 3 de mayo de 2025


De los ciento cincuenta hombres la mitad por lo menos habían sido soldados, algunos toda su vida; entre los reclutas llamaba la atención el gigantesco Tristán de Horla, que cerraba la marcha, llevando á la espalda su enorme arco de guerra.

La española infantería, al recorrer por las tardes en la grata compañía de sus patronas las jaulas del establecimiento, se siente regenerada y dispuesta a habérselas con todo linaje de republicanos feroces y dañinos, mansos o amansados. Las fieras, como es lógico, conocen de vista a todos los reclutas de la guarnición, y no sólo a los reclutas, sino a sus parientes y amigos.

De nuestra compañía, que se hallaba completa cuando salimos de Falsburg, el 21 de enero último, no han vuelto mas que treinta y dos hombres. Me parece que Gaspar Lefèvre es el único recluta que queda. ¡Los pobres reclutas se baten muy bien, pero no tienen costumbre de salvar la pelleja y se deshacen como la manteca en la sartén!

Los historiadores árabes afirman que entre escuadrones y batallones, entre ginetes y peones, contaba el Amir mas de 400,000 hombres, repartidos del modo siguiente: 60,000 voluntarios, 300,000 reclutas, 30,000 negros con alabardas para la mas inmediata defensa de su persona, 10,000 ballesteros renegados, y últimamente muchos flecheros de las tribus zenetes, árabes y arábigo-berberiscas de Almagreb.

A Tucumán vino con este encargo el general La Madrid que, impaciente por obtener los reclutas y elementos necesarios para levantar su regimiento, no trepidó mucho en derrocar aquellas autoridades morosas y subir él al Gobierno a fin de expedir los decretos convenientes al efecto. Este acto subversivo ponía al Gobierno de Buenos Aires en una posición delicada.

Esta ciudad fué desde luego asiento del gobierno, que ordenó al ilustre caraqueño descendiese el Magdalena para obrar contra Santa Marta, y este partió al frente de la division de Urdaneta, reforzada por algunos reclutas granadinos.

Aquel mismo día, por la noche, después de cenar, Luisa cogió el torno y fue a pasar la velada a casa de la señora Rochart, en la que se reunían las mujeres y las muchachas de la vecindad hasta cerca de la media noche. Allí se contaban antiguas leyendas y se hablaba de la lluvia, del tiempo, de los matrimonios, de los bautismos, de la marcha y de la vuelta de los reclutas..., ¿qué yo?

Sucesos insignificantes y casi olvidados reaparecen en su memoria como ocasiones de fortuna torpemente despreciadas. «Yo pude ser rico dicen en su pueblo , pero tuve mucha prisa en volver.» Y acaban por creerlo a ojos cerrados, y el deseo de regresar a la tierra de la esperanza es cada vez más imperioso, hasta que al fin se embarcan con iguales o mayores ilusiones que la primera vez... Y allá van, revueltos con los neófitos de la emigración; y ellos, los desengañados y maldicientes de poco antes, son ahora lo mismo que los veteranos que reaniman a los reclutas en las veladas del vivac con hiperbólicas historias.

Rodil se posesionó con los reclutas de la solitaria islita del Alacrán, frente a Arica, donde pasó meses disciplinándolos, hasta que Osorio lo condujo a Chile. Allí concurrió Rodil, mandando el cuerpo que había creado, a las batallas de Talca, Cancharrayada y Maipú.

Por aquellos días, la antevíspera de la Nochebuena, se presentó aquí un oficial con una partida de tropa, con el objeto de llevarse a sus reclutas. El pueblo se conmovió, temiendo que fueran a diezmarse las familias, los jóvenes se ocultaron y las mujeres lloraban.

Palabra del Dia

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