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Actualizado: 19 de junio de 2025


Esperaron efectivamente a mañana, y entonces María le dijo sin rebozo que aquella conducta virtuosa le incitaba a amarle cada vez más, y que no desmayase en seguirla si quería verse siempre amado. En nada menos que en eso pensaba Ricardo, quien se hallaba tan a su placer con el nuevo estado de cosas, que por ninguna ventaja de este mundo consintiera en variarlo.

Charlaba la anciana, y yo, más atento a la joven que a la conversación de mi tía, me gozaba en los rubores de la doncella que, medio envuelta en el rebozo, huía de mis miradas como si hubiera cometido un delito.

Y como si aquello fuese castigo providencial ó por lo menos advertencia saludable, después de grave y prolongada meditación, en que me eché en cara sin piedad mi conducta infame y ridícula, canté sin rebozo el yo pecador y resolví obedecer á mi esposa inmediatamente.

No había que hablarles de ninguno de esos instrumentos físicos que nos guían y nos dan fórmulas las más exactas, pues iban con los ojos cerrados y envueltos entre tinieblas. Estaban como aterrorizados, confiésanlo sin rebozo, empero no había nadie capaz de desaferrarlos de sus ideas.

Fernán González, no creyéndose en la obligación de guardar más tiempo fidelidad á sus Reyes, viéndose tan indignamente tratado, toma sin rebozo las armas contra León; vence á los leoneses, y, después de abrazar á su esposa, dicta á sus Reyes las condiciones de paz.

Aunque pudiera ponerse en tela de juicio la solidez y extensión de sus conocimientos literarios, bien puedo asegurar sin rebozo que nadie aventajaba a D. León en amor y decidida inclinación a las letras, y en particular a las clásicas: las modernas y románticas teníalas en poco.

Hubiera dado años de vida porque el sol barriera aquel toldo ceniciento y se asomara a iluminar cara a cara y sin rebozo aquel día de su triunfo.... ¡Dos días de triunfo! ¡El miércoles el entierro del ateo convertido, el viernes el entierro de Cristo, y en ambos él, don Fermín triunfante, lleno de gloria, Vetusta admirada, sometida, los enemigos tragando polvo, dispersos y aniquilados!».

La cual tiene abnegación bastante para declarar sin rebozo en este pasaje de sus Apuntes, que intervenía muy poco o nada su corazón de hija en la manifestación de aquel fenómeno.

Á lo que viene V. es á insultarme. ¿Mato yo acaso á Clara? Lejos de el propósito de insultar á V. Sin querer, podría V. acaso matar á Clara, y esto es lo que vengo á evitar. Para ello estoy resuelto á apelar á todos los medios. ¿Me amenaza V.? No amenazo. Declaro mi pensamiento sin rebozo. ¿Y qué me toca hacer, según V., para evitar que Clara muera? Disuadirla de que sea monja.

Pero si partiendo de estas premisas es menester colocar á la poesía épica española en el más ínfimo peldaño de su literatura, no es posible desconocer, sin embargo, que La Araucana, de Ercilla; el Bernardo, de Balbuena; la Angélica y la Jerusalén, de Lope; La invención de la Cruz, de Zárate, y otras muchas, á pesar de sus defectos, abundan en bellezas poéticas aisladas, y pueden ornar sin rebozo cualquiera literatura.

Palabra del Dia

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