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Actualizado: 3 de junio de 2025
Lejos, muy lejos de él estaba cuanto podía recordarle tiempos pasados, y como tales más dichosos; el hogar ennegrecido por el humo de los troncos a cuya sombra jugueteó de pequeñuelo; la fuente donde las mozas, entretenidas en mirarle, dejaban rebosar en sus cántaros el agua; y en un altillo del cementerio, con su cruz de piedra que dora cada tarde el último rayo de la luz solar, la tumba de su madre.
Costó un triunfo a Nucha vestirla racionalmente, y hacerle trocar la corta saya de bayeta verde, que no le cubría la desnuda pantorrilla, por otra más cumplida y decorosa, consintiéndole únicamente el justillo, prenda clásica de ama de cría, que deja rebosar las repletas ubres, y los característicos pendientes de enorme argolla, el torquis romano conservado desde tiempo inmemorial en el valle.
Raúl se daba cuenta de que el señor de Neris no tenía por qué elogiarle, ni como sobrino ni como yerno; sus veleidades matrimoniales habían hecho quizá rebosar el vaso. Al llegar a la cita iba mascullando estas ideas, pero al ver a la empleada de Correos cambió de repente de pensamiento. ¿Habría tenido noticias del encuentro proyectado? ¿Era aquello un lazo? ¿Iba a sufrir súplicas y reproches?
Esto hizo rebosar su enojo y se prometió a sí misma cortar aquella impertinente y molesta persecución, aunque no sabía cómo. Primero pensó en que Pepe Castro hablase y amenazase al muchacho. Al ver la sangre fría con que aquél lo tomaba, se indignó y no volvió a mentarle el asunto.
Por la noche, cuando vio a su madre dormirse con un sueño tranquilo, reparador y poblado de ensueños felices que hacían dibujarse una fugitiva sonrisa en sus descoloridos labios, Julieta se sentó ante el escritorio de plata con las iniciales de Blanca, y, dejando rebosar su alma henchida de gratitud, escribió largamente a su amable discípula.
Aceptada la idea, Margarita dejó al duque continuar su examen del reglamento de la alta Cámara, y vuelta a su cuarto, después de haber cerrado cuidadosamente las puertas para evitar verse de pronto sorprendida, se dejó caer en un sillón, apoyó en uno de sus anchos brazos los codos, y ocultándose el rostro con las manos, dejando rebosar el llanto por entre sus sonrosados dedos, fruncido el ceño y enrojecidos los párpados, se quedó pensativa, sin que nadie al verla hubiera podido averiguar si aquella dama era una madre que se imponía un sacrificio, o una mujer a quien los celos hostigaban.
Al llegar el mes de octubre empezaba éste a poblarse, y sus pasillos a rebosar de campeones literatos y filósofos que noche y día se ejercitaban en el arte de la discusión; no sin detrimento de los tímpanos de otros socios más pacíficos.
Sé únicamente que al autor le agrada más que otro alguno; y en verdad que puede andar orgulloso quien ha logrado dar forma artística y, en mi entender, imperecedera, al vago sentimiento de esta nuestra raza septentrional, que con rebosar de poesía, no había encontrado hasta estos últimos tiempos su poeta.
Palabra del Dia
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