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Actualizado: 21 de julio de 2025
Pronto aparece Mendo, que cuenta á su hija Clara su afrenta, en un discurso apasionado, reprochándole que aún no se haya desposado, y no tenga hijos que lo venguen. Clara le revela un secreto hasta entonces oculto: años anteriores había llamado la atención del rey Bermudo, y recibido de él promesa de casamiento, que no llegó á realizarse.
En 1738, no habiendo podido realizarse el proyecto del edificio en las afueras de la puerta de Triana, se trasladó la escuela á una casa de la Calzada á la Cruz del Campo, de donde pasó en 1776 á ocupar el edificio de san Hermenegildo, residencia que fué de los jesuítas, donde estuvo hasta que se trasladó en 1785 á la plaza de Pumarejo y á un espacioso edificio, en que permaneció hasta su extinción, primero en 1823 y completa en 1836.
Después de algunos elusivos apretones de manos, con la sola excepción del de Maldonado a Esperancita, que no llegó a realizarse porque aquél se distrajo intencionalmente para dar comienzo digno a la gran serie de desaires de todas clases con que pensaba atormentar a su adorada, acomodáronse en sendas sillas. Pepe al lado de Mariana; Ramón junto a D.ª Esperanza.
El fundamento especial de su drama es un suceso contado por Baronio en sus Anales eclesiásticos, según el cual, después que Focas hizo matar á los hijos de Mauricio en presencia de su padre, intentó la nodriza de los Príncipes suplantar, en lugar de uno de los condenados á muerte, á un hijo suyo para conservar de este modo la vida de un descendiente de la regia estirpe; pero esa tentativa no pudo realizarse.
Ello es que se le venían con frecuencia suma impulsos de tratar a Amparo como a las chiquillas de su aldea, las tardes de gaita; de pellizcarla, de soltarle un pescozón cariñoso, de echarle la zancadilla, de darle un varazo suave con la recién cortada vara de mimbre. Pero tan osados pensamientos no llegaban a realizarse nunca.
Eso no habría hecho que usted descendiera en su concepto: ella debía pensar que en usted, como hombre, era natural la impaciencia del deseo, que el error había sido suyo, por no haberlo previsto. Tiene usted razón contestó Vérod, meneando lentamente la cabeza. Eso era natural. Usted no puede creer que una cosa natural no hubiera llegado a realizarse.
¿Y á qué es debido el que hombres, gozando después, de todo de un excelente buen sentido y gran fuerza de voluntad, buscaran con tanta pasión la fuente divina que debía renovar sus cuerpos y se exponían alegremente á todos los peligros con la esperanza de encontrarla? Consiste en que nada les parecía imposible á los que habían visto realizarse las maravillas del Renacimiento.
Palabra del Dia
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