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Actualizado: 21 de noviembre de 2025


Dices que de limones veinticuatro reales. ¿Pero has mandado traer acá toda la huerta de Valencia? Pues si las medicinas nos costaran dinero, tendríamos que pedir limosna. En fin, póngame yo bueno, y todo irá bien.

Miente como un bellaco; el tío Nepomuceno ha pagado porque este traidor no se fiaba de ; me conoció en la cara que yo no podía sacar de ninguna parte seis mil reales y se fue al otro... y cantó... Verdad es que yo no le había encargado el secreto.

Sin embargo, dijo: Es pública voz y fama que se han dado bebedizos al rey. Mientras se hace la comida de su majestad, nadie levanta una cobertera que yo no lo vea, nadie echa una especia que yo no examine; tengo hasta la sal guardada bajo llave. Pero su majestad come y bebe con mucha frecuencia en las Descalzas Reales. ¡Religiosas!

Esto en cuanto á lo subjetivo; por lo que toca á lo objetivo, conviene notar, que las representaciones sensibles no las tenemos siempre de objetos reales, pero se refieren siempre á objetos cuando menos posibles, es decir que la intuicion, no está enteramente vacía, sino que á falta del órden de la realidad, necesita el de la posibilidad.

Ella, con esa alegría infantil de quien ostenta una adquisición nueva, le dijo: Mire Vd. mi compra. En todo Madrid no hay otro igual. Y barato. Cinco mil reales. Pepe, al examinar el espejo, hizo un gesto involuntario. ¡Qué! ¿Es feo? Luis XV, barroco puro... ¿O le parece a Vd. caro? No; es precioso. Entonces... ¡Vamos, hombre, hable Vd.! ¿Vale menos de lo que me ha costado?

Del pueblo de Candelaria destiné a trabajar al de Santa María la Mayor a cuatro indios aserradores, por no haber indios de este oficio en Santa María; a éstos se les señaló de jornal dos reales cada día, el uno para la comunidad de su pueblo y el otro para ellos; en dicho pueblo trabajaban de sol a sol muy gustosos por el jornal que sabían estaban ganando.

Llené mi cartera de letras sobre Londres. Descendí a la calle con el furor de un buitre que hiende el aire en busca de su presa. Pasaba un carruaje vacío. Le detuve gritando: ¡A los toros! ¡Son diez reales, mi amo! Introduje la mano en la cartera cargada de millones y saqué las monedas que tenía: 75 céntimos... El cochero fustigó el anca de la yegua y siguió refunfuñando.

Mi espíritu muy inclinado á las contradicciones, si bien más aparentes que reales, me ha llevado á decir cuanto va dicho, sobrado extensamente si se mira al objeto que hoy me mueve á escribir, y me lleva en seguida á añadir algo que parece diametralmente opuesto.

Levantadas las mesas se arregló un tablado, donde colocado el Rey con la corona cetro y pomo, y sentados á su derredor ó en gradas mas ó menos inferiores los concurrentes, principió el juglar Romasset á cantar una villanesca, que el mismo infante D. Pedro habia compuesto, en la que declaraba el significado de las insignias reales, y despues otra en alabanza del Rey.

Una ola de dignidad retrospectiva le subió al rostro y le dio valor suficiente para decir: D. Juan, necesito mil reales.

Palabra del Dia

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