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Actualizado: 27 de octubre de 2025


Desde el momento que Ra-Ra era él, y Momaren era mistress Augusta Haynes, resultaba natural que el joven universitario sólo pudiera parecerse á una persona.... Y contempló con admiración á miss Margaret Haynes, su novia del otro mundo, que á través de la lente amplificadora se mostraba casi con su tamaño ordinario.

Cuando todos desaparecieron, Ra-Ra volvió á examinar la parte alta y sinuosa del palacio universitario, donde estaban las habitaciones de los doctores jóvenes. Los más de ellos se habían ido á la peregrinación patriótica, y así se explicaba que las terrazas y las galerías permaneciesen silenciosas, sin el ordinario rumor de peleas dialécticas.

Ra-Ra no podía prolongar mucho esta entrevista. Temía que los que acompañaban al gigante se hubiesen fijado en su llegada. Pensó también en las precauciones que debía tomar para que no le sorprendiesen durante su regreso. Un destacamento de soldados estaba acampado en la playa, cerca del puerto, para impedir que los curiosos se aproximasen al gigante.

Saltando sobre las hojas rotas de la puerta aparecieron bajo su arco varios hombres que parecían asombrados de su buena suerte y miraban en torno, no sabiendo por dónde escapar. Debían ser los compañeros de Ra-Ra.

Sentados en el lomo del libro de poesías traído por Flimnap, y que hacía ahora oficio de banco, vió á Popito y á Ra-Ra. Los dos amantes conversaban con las manos unidas y mirándose á corta distancia. No se molesten ustedes dijo el gigante . Continúen.

Momaren, el Padre de los Maestros, habló indudablemente del nieto de Ra-Ra al Comité de supresión del antiguo régimen. Es un Consejo secreto, que desde los tiempos de mi padre persigue todo aquello que puede hacer recordar las épocas pasadas, anulándolo con una crueldad fría ó implacable. Tuve que huir, y he llevado hasta el presente una existencia vagabunda y aventurera.

Flimnap le contó los amores de Pepito con Ra-Ra; cómo éste, valiéndose de una astucia todavía ignorada, conseguía entrar al servicio del gigante, y cómo el tal gigante, desconocedor de las costumbres del país, se había dejado engañar por el joven, sin suponer sus maquinaciones contra el orden social.

Miró verticalmente la barquita del pigmeo, que se mantenía junto á una de sus pantorrillas, y reconoció á Ra-Ra. Este, puesto de pie y con las dos manos en torno de su boca formando bocina, se limitó á gritar: Va á ser esta noche; lo con certeza.... Y ahora continúe su trabajo. No me hable.

Yo creo que el golpe lo intentarán mañana, pero le aconsejo que, de todos modos, se guarde esta noche, pues bien podrían haber adelantado la fecha de su crimen. Ra-Ra sacó la cabeza fuera de la mano del gigante para buscar abajo con su mirada los grupos de gente sospechosa.

Entre los hombres envilecidos que el gobierno femenil empleaba como máquinas de trabajo eran muchos los que habían abierto sus ojos á la verdad, pero lo disimulaban fingiendo seguir en su antiguo embrutecimiento. Ra-Ra contaba con el auxilio de muchos partidarios, que se encargaban de mantenerle oculto.

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