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Actualizado: 20 de mayo de 2025
Espirado el plazo de los seis meses quedáronse mas de setecientas familias en Portugal pagando al rei el tributo de cien cruzados cada una, i ciento mas con el de ocho cruzados por persona.
Y así, aquella noche los dejaron, y a la mañana les pidieron que se desnudasen, y se halló que de todos sus vestidos juntos no se podía hacer una mecha a un candil. Quedáronse en la cama, digo envueltos en una manta, la cual era la que llaman ruana, donde se espulgan todos.
Como el testamento no se encontró entre los escombros, o si se encontró lo inutilizaron hábilmente Bragas y los de la curia, quedáronse en ayunas López y los señores eclesiásticos, que también tenían sus cinco sentidos en las mandas de misas y legados piadosos.
Ya un tanto sosegadas, D.ª Feliciana propuso que se pasara á la trastienda, y allá se fueron las hembras acompañadas de Paco Ruiz, el promotor y Octavio. Los caballeros quedáronse en sus puestos. Y es fama que en toda la noche el infeliz D. Ignacio no pudo aprender nada, gracias á la prodigiosa facundia de D. Lino.
Preguntéles por su caudillo Tineo, y me dijeron, que estaba muy enfermo, y distante de allí 15 leguas, por lo que con harto dolor mio no pude ir á socorrerle en su mayor necesidad. Díles á todos varias regalias, especializándome con los dos ladinos: quedarónse gustosos, y despedíme de ellos.
Quedáronse pasmados todos los jueces con el profundo y sagaz tino de Zadig, y llegó la noticia al rey y la reyna. En antesalas, salas, y gabinetes no se hablaba mas que de Zadig, y el rey mandó que se le restituyese la multa de quatrocientas onzas de oro á que habia sido sentenciado, puesto que no pocos magos eran de dictámen de quemarle como hechicero.
Quedáronse todos mudos, perplejos, espantados. ¿Y qué fue, en suma?
Luisa corrió a la puerta, gritando: «¡Es él, es él!» Y casi al mismo tiempo, una mano agitada buscaba el pestillo; abriose la puerta y apareció en el umbral un soldado, pero un soldado tan flaco, tan moreno y escuálido, con un capote gris con botones de estaño tan viejo y raído, con unas altas polainas tan destrozadas, que todos los allí presentes quedáronse, al verle, sobrecogidos.
Asentimos de buena gana a tan cuerdo parecer, y quedáronse los hombres... hasta pasmados del «visual pomposu» que iban tomando los pasadizos y la escalera de la casona con la faena que nos hacía sudar.
Quedáronse espantados de ver la traza, y muertos de risa de que el confitero decía que le mirasen, que sin duda le habían herido, y que era un hombre con quien había tenido palabras; pero volviendo los ojos, como quedaron desbaratadas al salir de la caja las que estaban al derredor, echó de ver la burla, y empezó a santiguarse, que no pensó acabar. Confieso que nunca me supo cosa tan bien.
Palabra del Dia
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