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Actualizado: 7 de junio de 2025


, , vaya a sus diligencias; pero no se corra mucho, y vea en este suceso feliz, como lo veo yo, una lección que nos da la Providencia. Por mi parte, me declaro convencida de lo buenos que son el orden y el arreglo, y hago propósito firme de apuntar todo, todito lo que gasto.

Este brazo secular, este permanente Josué con que el Padre Ambrosio soñaba, era el pueblo español y era su soberano: flamante pueblo de Dios y nuevo e inmortal caudillo que la providencia suscitaría a fin de que se cumpliesen sus altos designios, de todo lo cual la lozanía juvenil de todo Portugal, Aragón y Castilla era como signo precursor, era como primavera riquísima en flores, que alegraban el corazón y ya le daban en esperanza segura el venturoso y sazonado fruto.

Y ¿si hoy tiene ya una pasion? ¿Ha de esperar trece ó catorce años, para satisfacer el sentimiento más querido de su alma, la necesidad más irresistible de su corazon, la fantasía más grande con que la ha embellecido la Providencia?

¿Le hacen a usted falta de verdad? dijo Salabert echándole al mismo tiempo el brazo sobre los hombros. De verdad. Pues voy a ser su Providencia. ¿Qué cantidad necesita usted? Bastante. Diez mil libras lo menos. No puedo tanto; pero por ocho mil, puede usted enviar esta tarde. El rostro de Urreta se iluminó con una sonrisa de agradecimiento.

De tener mas paciencia me habíais dado palabra, interrumpió el ermitaño: sabed que debaxo de los escombros de aquella casa á que ha pegado fuego la Providencía, ha encontrado su dueño un inmenso tesoro; sabed que este mancebo ahogado por la Providencia habia de asesinar á su tia de aquí á un año, y de aquí á dos á vos mismo. ¿Quién te lo ha dicho, inhumano? clamó Zadig; ¿y aun quando hubieses leido ese suceso en libro de los destinos, qué derecho tienes para ahogar á un muchacho que no te ha hecho mal ninguno?

Hay ciertos días, días pasados demasiado a prisa, que el azar, que la Providencia nos trae cuando nuestro corazón, demasiado fatigado por los disgustos, tiene necesidad, para no ceder, de volver a saborear la felicidad, y que compensarían, ellos solos, toda una eternidad de abandono y de dolores.

Zadig fué rey y feliz, no olvidándose de quanto le habia enseñado el ángel Jesrad, y acordándose del grano de arena convertido en diamante: y él y la reyna adoráron la Providencia.

Tan exaltado se sintió, todo por dentro, tan lleno de ternura, que se tuvo un poco de miedo. «¡Oh! ¡Si esto es estar loco, bien venida sea la locura!». ¡Estaba tan contento, tan orgulloso! No cabía duda. La Providencia y él se entendían. Había sido aquello como un contrato: «Que se marche ella, y vendrá él». Pero ella... ¿se habrá marchado del todo?

La señorita de Elorza prometía secretamente en el santuario de su alma guardar la misma fidelidad al primer novio que la Providencia le deparase, e imitar su fortaleza en las adversidades.

Item, se da aviso que si algun poeta fuere favorecido de algun principe, ni le visite á menudo, ni le pida nada, sino dexese llevar de la corriente de su ventura, que el que tiene providencia de sustentar las sabandijas de la tierra y los gusarapos del agua, la tendrá de alimentar á un poeta por sabandija que sea.

Palabra del Dia

rigoleto

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