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Actualizado: 11 de noviembre de 2025


Grande era, sin duda, el afecto de Antoñona por su niña, y viéndola tan enamorada y tan desesperada, no pudo menos de buscar remedio a sus males. La cita, a que acababa de comprometer a D. Luis, fue un triunfo inesperado. Así es que Antoñona, a fin de sacar provecho del triunfo, tuvo que disponerlo todo de improviso, con profunda ciencia mundana.

La señora pareció comprender toda la profunda amargura que encerraba aquel sencillo lamento. Saltáronsele las lágrimas, y mientras con una mano acariciaba la rubia cabeza del niño, apretaba con la otra contra su seno la de su hijo, como si temiese que pudiera faltarle alguna vez aquel blando regazo.

Fué más profunda cada día la diversidad de las obras dramáticas, que se ofrecían al público en los teatros españoles, extendiéndose por todas partes más y más, y dando origen á ese caos, que domina ahora en todos los teatros de Europa, y que tan poca esperanza deja de que resucite de nuevo en ninguna parte un drama nacional.

Los Alemanes, ó se manifestaban pensativos, cerca de un mueble marítimo, pasando horas enteras en fumar y mirar el cielo y el océano con profunda melancolía, como abstraídos del mundo por algun ensueño; ó se reunian en grupos exclusivos para conversar en voz baja y pasearse interminablemente del uno al otro extremo de la cubierta.

Paróse Zadig y le hizo una profunda reverencia, á que correspondió el ermitaño de manera tan afable y tan noble, que á Zadig le vino la curiosidad de razonar con él. Preguntóle qué libro era el que leía. El libro del destino, dixo el ermitaño: ¿quereis leer algun trozo?

Es tanta la ignorancia de la vida y tan cándida su timidez, que daría gana de permitirse con ella una familiaridad de hermano mayor, sin sus ojos, aquellos ojazos de profunda gravedad, superior a sus años, que desconciertan e infunden respeto.

Más trabajo le costó adivinar cómo podía haber llegado Ana a pensar en Dios, a sentir tierna y profunda piedad con motivo de don Juan Tenorio.

Es decir... ¿que su señor padre teme mancharse si pone los pies aquí? No repitió él con inconsciente obstinación. ¡Es que es una ofensa gratuita la que nos hace ese señor! ¿Qué se ha figurado? añadió con voz ya alterada y los labios temblantes. ¿Quién es él para darse ese tono? Nébel sintió entonces el fustazo de reacción en la cepa profunda de su familia.

Fray Miguel había ya oído hablar con horror y sabía las audacias del fraile Martín Lutero y sus propósitos infernales; pero, en el fervoroso espíritu de Fray Miguel, estaba ya la convicción profunda de que Dios había suscitado en España un gigantesco contrario al sajón heresiarca para arrebatarle sus conquistas.

El viejo Felshammer era el único a quien esta amistad profunda no causaba gran alegría. «Eran demasiado empalagosos, se besuqueaban demasiado, habría sido mejor que pelearan como gatos; hubiera estado seguro entonces de que tenían su sangre y su carneEn cambio, la dulce, la pacífica madre se sentía muy feliz.

Palabra del Dia

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