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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Había oído hablar muchísimo de este personaje y tenía la cabeza llena de sus extravagancias y proezas tabernarias: había visto en los teatros una pieza suya titulada El que nace para ochavo, no desprovista enteramente de gracia: no quise, pues, perder la ocasión de conocerle.
Había en el establecimiento un criado gallego, mozo de veinticinco años a lo sumo, alto, grueso, fornido, del cual se contaba entre los chicos que había levantado dos hombres con los dientes y otras proezas; con éste determinó de habérselas nuestro capellán.
Una casualidad, poco singular, para ser franco, me condujo, al cabo de una hora de camino, al retirado valle y sobre el borde del estanque que había sido teatro de mis recientes proezas. El cerco de follaje y de rocas que rodea el pequeño lago, realiza el ideal mismo de la soledad. Allí se está verdaderamente en el fin del mundo, en un país virgen, en la China, ó donde se quiera.
Las preguntas de Desnoyers eran contestadas por el viejo. ¿Fulano?... había sido herido en Lorena y estaba en un hospital del Sur. ¿Otro amigo?... muerto en los Vosgos. ¿Otro?... desaparecido en Charleroi. Y así continuaba el desfile heroico y fúnebre. Los más vivían aún, realizando proezas.
A la izquierda del Guadajoz, entre este rio y el Genil, tenemos el gran teatro de muchas proezas consumadas en la secular contienda de España contra el islamismo y en sus deplorables guerras civiles, y los señoríos de los mas ilustres guerreros cordobeses.
Guerreros ambos de mucha nombradía, sus proezas los habían llevado á muy distintos países y campos de combate, sin darles hasta entonces la oportunidad de medirse cuerpo á cuerpo. Dióse la señal, y puestas las lanzas en los ristres arremetieron uno contra otro ambos combatientes, encontrándose con tremendo choque frente á la regia tribuna.
La fama de sus proezas en las novilladas de los pueblos llegó a Sevilla, haciendo fijarse en su persona a los aficionados inquietos e insaciables, que siempre esperan un nuevo astro que eclipse a los existentes. Paece que es un niño que promete decían al verle pasar por la calle de las Sierpes con paso menudo, moviendo arrogante los brazos . Habrá que verlo en el terreno de la verdá.
Meses después, Moro enseñaba el trozo descascarillado como un trofeo a los amigos forasteros que venían a Lancia; y al recordar sus proezas y peligros en aquella noche gloriosa, una suave alegría descendía a su corazón heroico.
Llovían sobre la tela roja las monedas de cobre según el gusto que habían dado a los vecinos las proezas de los forasteros, y terminada la corrida emprendían la vuelta a la ciudad, sabiendo que en la posada se había agotado su crédito. Muchas veces reñían en el camino por la distribución de la calderilla guardada en un pañuelo anudado.
Cuanto á Tristán de Horla, se casó con una linda muchacha de Dunán y allí se estableció definitivamente, gozando del prestigio que le daban sus proezas y los cinco mil ducados tan briosamente ganados allá en tierra de España.
Palabra del Dia
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