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Una sola persona se lo mandó a casa; y consistió el regalo en un magnífico neceser de costura, formado por una gran caja de piel de Rusia, colocada sobre un precioso mueblecito, y provista de tijeras, pasacintas, devanaderas, carretes y dedal, todo de plata: nada faltaba de cuanto puede desear una mujer aficionada a hacer labores.

A fin de que cualquiera logre enterarse algo de los objetos que la componen, de su mérito y de su rareza, acaba de publicarse, en esta ciudad de Viena, un precioso catálogo ilustrado. Como los objetos son muchos miles, no es posible que todos estén estudiados y descritos en el catálogo.

Es mucho el tiempo que se ahorra en habiendo adquirido este precioso discernimiento: pues en ofréciendose el caso, como que se adivina desde luego si hay ó no los datos suficientes para llegar á un resultado satisfactorio.

Es lástima que no podamos dar a conocer en toda su extensión esta obra, que uno a sus gracias, el mérito de ser un precioso documento histórico, pues en ella está descrito con detalles mil el solemnísimo acto de la jura, y narradas las fiestas con que la monarquía quiso hacer memorable aquel suceso.

Había, por lo menos, un quintal de tan precioso metal, que tanto abunda entre las arenas de los ríos papúes. Era una verdadera fortuna, que les recompensaba largamente de la pérdida del junco y del trépang. Cuatro días después la Batanta desplegaba velas, y una semana más tarde llegaba a Timor ante la factoría del armador chino.

El palacio de los Ozores era de don Carlos; sus hermanas se lo dijeron en otra carta fría y lacónica: «Estaban dispuestas a abandonarlo, si él lo exigía; sólo le pedían que pensase cómo se había de conservar aquel resto precioso de tanta nobleza».

Don Salvador, en todos estos paseos campestres, llevaba siempre un libro. Se sentaron a descansar a la sombra de un almendro, y a la caída de la tarde regresaron al pueblo. Ya cerca de casa, don Salvador echó de menos el libro. ¡Ah! exclamó, me he dejado al pie del árbol mi precioso ejemplar de El libro de Job, parafraseado en verso por Fray Luís de León.

Tu plan de casarla con D. Casimiro le parecería absurdo, malo, no ya siendo feo y viejo D. Casimiro, sino aunque fuese precioso y estuviese ella prendada de él. Con ese casamiento ni se remedia el mal nacido del embuste ó la falsía, ni se despoja tu hija de bienes que no son suyos.

Has contemplado en su estado primitivo y en su genuina destinacion el mas precioso monumento que refleja en su largo curso el tranquilo y magestuoso Guadalquivir; vas á verlo ahora en las transformaciones que sucesivamente ha ido sufriendo desde la reconquista hasta venir al estado en que hoy se encuentra. No se dice con fijeza en qué dia empezó la mezquita purificada á tener destino de catedral.

Creía, o mejor, fingía creer, que las cosas no valen nada, que sólo la moneda es riqueza. Señora, le debo a usted dos cuartos de la limosna que dio usted por el otro día. Deje usted, Visita, vaya una cantidad... no me avergüence usted. ¡No faltaba más!... Tome usted.... ¡Y qué alfiletero tan mono! No vale nada. ¡Es precioso! Está a su disposición.