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¿Pero no sabía usted que ella le amaba? Últimamente tampoco lo amaba. Entonces ¿por qué volvió a su lado? Tenían intereses comunes. ¿Llama usted intereses comunes a esos préstamos en que él es el deudor?... ¡Pero si ella no la amaba ya, no podía estar celosa de usted! No. Entonces ¿por qué se habría dado la muerte? No . A causa de sus escrúpulos, probablemente.

Necesito mi dinero; y además, a me repugna eso de hipotecas, pagarés y préstamos de los usureros. Como dice el tío, eso queda para las gentes perdidas. Pero deseaba salvar a su madre del compromiso; encogíasele el corazón al verla tan hermosa, tan «señora», con los ojos llorosos y la frente surcada por dolorosas arrugas, y buscaba mentalmente un medio para sacarla de la situación.

Lubimoff quedó sorprendido por esta noticia. Luego fué recordando que al morir su madre había dejado una larga nota de todos los préstamos hechos por ella, y que el nombre de Alicia figuraba entre los deudores. Pero los papeles quedaron en poder de su administrador, sin que él se acordase más de este asunto. Comprendió inmediatamente el motivo de la visita de Alicia.

Como el caso es tener un recuerdo, propio, intrínsecamente de la persona misma, es indispensable que lo que se estampe vaya de puño y letra del autor; un álbum, pues, viene a ser un panteón donde vienen a enterrarse en calidad de préstamos adelantados hechos a la posteridad una porción de notabilidades; a pesar de que no todos los hombres de mérito de un álbum lo son igualmente en las edades futuras.

En Lyon se cuentan como ochocientas pequeñas fábricas, y aunque la mayor parte de sus propietarios tienen el fondo que les procura los telares y aparatos, algunos reciben avances ó préstamos para los gastos de instalacion.

Murió cuando no le quedaba nada que gastar; cuando los salones de su casa no tenían un mueble; cuando su cuñado Dupont se negó de veras a hacerle nuevos préstamos, ofreciéndole en su casa todo lo que quisiera, cuanto vino desease, pero sin la menor cantidad de dinero.

Los gitanos permanecían en sus tabucos, ahumándose junto a las hogueras. En la casa de los amantes, ni pan ni fuego. Feli vestía sus ropas de verano, sin otro abrigo que un mantón comprado en una casa de préstamos. Isidro conservaba aún aquel macferlán de color indefinible, que era como la librea de su miseria.

Huelen la muerte dijo-, y vienen sobre esta casa como bandas de cuervos... Cuando entró Elena á media tarde, el recibimiento estaba repleto... Pero ella posee una magia á la que no escapan hombres ni mujeres, y le bastó hablar para convencerlos á todos. Creo que hasta le habrían hecho nuevos préstamos de pedírselos ella...

De que el sujeto ése vende vino y tabaco; razón por la que no hay un vecino que no le deba algo; como no le hay del Mayorazgo que no se lo deba a éste por razón de arrendamiento o de préstamos..., o de otra cosa peor. Así se ejercen en los pueblos las grandes influencias, y con ese criterio se hacen siempre las elecciones, como usted irá viendo poco a poco. Pero vamos al caso.

Todos prestamos oído, y con infinita admiración oímos que el coro de ¡Magdalena! se repetía a la otra parte de la pared, juntamente con el final e infame grito del hibernés. ¡Extraordinario eco! dijo el juez. ¡Extraordinario y remaldito! exclamó el conductor, con desprecio. Sal ya de ahí, Magdalena, y muéstrate en persona de una vez. humana.