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Actualizado: 24 de junio de 2025


El célebre Tajo, que un eminente poeta portugues ha cantado con tan rica inspiracion, se tiende humilde y manso á los piés de Lisboa: á juzgar por su riqueza de caudales, imita al poderoso mar en majestad, pero sus tranquilas ondas cristalinas, sin soberbia ni estruendo, confiesan su naturaleza de rio, pero de gran rio.

De modo que el joyero Simoun que pasaba por indio inglés, portugués, americano, mulato, el Cardenal Moreno, la Eminencia Negra, el espíritu malo del Capitan General como le llamaban muchos, no era otro que el misterioso desconocido cuya aparicion y desaparicion coincidían con la muerte del heredero de aquellos terrenos.

También es evidente que hasta fines del siglo XV había en España tres lenguas literarias y nacionales. Eran estas tres lenguas la castellana, la catalana y la portuguesa ó gallega, ya que el mismo Sr. Murguía confiesa que el gallego y el portugués fueron lo mismo hasta entonces.

Era un ejemplo de lo que puede el convencimiento de la propia fuerza aun entre gente bestial. Tommy se reía de nosotros; hasta la campana la tocaba de una manera burlona, haciendo un tin-tan endemoniado. Como Tommy no hacía nada, todos los trabajos del barco iban a dos pobres muchachos, el uno portugués y el otro bretón, a quienes aquellos bárbaros de marineros trataban a golpes.

Basta saber que iba y que llegaba, cuando se halló detenido en medio de su camino por un portugués, que con voz descompuesta y cara de causa perdida: Casteçao le dijo, ¿es vasallo do senhor Emperante Carlos usted? ¿Vien de Castella?

Morsamor aplicaba a veces al imperio portugués la visión de este sueño y algo de la interpretación que el profeta Daniel le había dado. Los portugueses, con terrible heroísmo, habían hecho y seguían haciendo más de lo que prometía fuerza humana.

A ratos corría velozmente; luego se detenía, y acercándose a los matorrales sacaba su sable y la emprendía a cintarazos con un chaparro o una pita; luego parecía bailar, moviendo brazos y piernas al compás de su propio canto, y también echaba al aire su sombrero portugués para recogerlo en la punta del sable.

Era en sus movimientos pronto y escurridizo cual las anguilas, y habiendo estado en el Brasil con una comisión científica, chapurreaba un poco el portugués brasileño, empeñándose en hacerlo pasar por español.

Se venera una efigie de Nuestra Señora de la Concepcion, cuya altura no pasa de media vara, ni en lo material tiene recomendacion. Sin embargo se reputa milagrosa, y por eso le hacen muchas visitas y ofrendas los peregrinos de Buenos Aires, Santa y el Tucuman. Un portugues la trajo del Brasil, y la dejó en dicha villa, llevando otra igual al Perú, donde tambien es venerada en un santuario.

No me acordaba dijo entonces el presidente; nótese que esta es la primera Junta de que tengo el honor de ser individuo. Se conoce dijo el notario: y lo apunto en el acta. Hable, pues, si sabe y si tiene de qué el excelentísimo señor ministro de Hacienda. Despiértele usted dijo entonces el presidente al portugués que hacía de ujier, despiértele usted, pues parece que Su Excelencia duerme.

Palabra del Dia

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