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Actualizado: 24 de julio de 2025
El portugués se llamaba o siñor Vasco de Meneses, caballero de la cartilla, digo de Christus. Traía su capa de luto, botas, cuello pequeño y mostachos grandes. Ardía por doña Berenguela de Robledo, que así se llamaba. Enamorábala sentándose a conversación y suspirando más que beata en sermón de Cuaresma.
El encanto, que el poeta portugués ha sabido comunicar á este pequeño cuadro de género, sin duda alguna de la infancia del arte, no puede ser nunca bastante encomiado. Entre las tragicomedias de Gil Vicente sobresale la de Don Duardos, no sólo por ser la más extensa, sino también porque cuenta con más títulos para ser calificada de verdadera obra dramática.
Las églogas religiosas de Gil Vicente, que fueron sus primeros trabajos, son imitaciones de Juan de la Encina, como observaron ya sus coetáneos: algunos pasajes y algunas escenas, señaladas por Barreto y Monteiro, no dejan sobre este punto la menor duda; pero también es cierto que estos primeros ensayos del portugués se distinguen de los del español en que están inspirados por una poesía más viva, y porque constituyen un paso más á la acción dramática, propiamente dicha.
Hay que aclarar esto de los escrúpulos de conciencia del insigne portugués: con ello ha querido decirse, que no era capaz de cometer un robo en despoblado, ni de llevar a cabo, ostensiblemente, acción alguna de las que pena el código; pero realizaba sin ambages negocitos de doble fondo y a tan delicada y lucrativa faena dedicaba todo su tiempo, toda su inteligencia y todas sus uñas.
Toda la poblacion de Villa Bella de Mattogroso, cuando yo estuve en el Xaurú, se reducia á veinte y cinco ranchos de paja, y una casa de piedra, que hicieron entonces para el capitan general de Cuyabá, D. Antonio Rolin, que habia pasado á vivir en la Villa Bella, para fomentar desde allí el establecimiento portugues en los Moxos: y en efecto pasó despues el dicho caballero á gobernar los portugueses en la estacada de Santa Rosa.
El joven Vargas hizo un movimiento olímpico de desdén. Mira, Jacinto, lo que yo sé es que en estos casos hay que mostrarse hombres y tener muñeca y saber vivir; al gringo le emplazo, como tú, para junio, y al portugués... la letra vence el 22. ¿Crees que de aquí al 22 de junio no me habré alzado con una suma suficiente para saldar mi deuda y comprarme corbatas?
Salieron los inquisidores chasqueados y furiosos de la casa del portugués, sin que fuera posible dar más con su persona, apesar de las activas diligencias que se llevaron á cabo, y de los varios medios que se pusieron en práctica.
Representáronse también otras piezas suyas en el reinado de D. Manuel, aunque el período más brillante de su vida poética caiga en el de Juan III, tan aficionado á los dramas de Gil Vicente, que representó en algunos ciertos papeles. La fama del poeta voló por el extranjero, y Erasmo de Rotterdam aprendió el portugués, sólo con el objeto de leer en su lengua las obras de Gil Vicente.
Los príncipes y señores orientales, cuando la victoria encumbraba a los portugueses, se postraban ante ellos y se les sometían medrosos; pero la sumisión era insegura y falsa. De aquí que el imperio portugués en la India fuese más brillante que sólido.
Y el otro pensaba que con sólo abrir el pico, daríase cuenta el portugués de la verdad de su situación, y el oropel de su nombre quedaba al descubierto, como alhaja falsa que pierde la capa de oro con que ha engañado la vista.
Palabra del Dia
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