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Actualizado: 17 de junio de 2025
En los baños rusos, cuando el paciente sale de la abrasadora estufa, cuando su cuerpo se ha acostumbrado gradualmente a un alta temperatura, cuando el calor ha dilatado ampliamente sus poros y su rostro se esponja como una peonía en flor, se le conduce suavemente bajo un grifo de agua fría; una ducha glacial le cae sobre la cabeza y el frío le penetra hasta la medula.
Para evaporarse, no basta que un licor sea espirituoso: es indispensable que salga de la cavidad de su redoma es indispensable que la atmósfera inflame sus poros bajo el contacto de la luz del cielo. ¡Cuánto quiere decir este dolor confuso que experimentamos en medio de este enorme bullicio! ¡Cuánto deberia hacernos meditar y sentir!
Cada vez sus ojos aparecían más lacrimosos; su cuerpo, estremecido, parecía encojerse, desplomarse sobre si mismo, como si la vida, cual un fluido dilatado, buscase escape por todos los poros. Calló de nuevo por mucho rato con la mirada vaga y perdida en el infinito, y de pronto murmuró como contestando a sus recuerdos: Nadie como él conoció esto.
Cuando un enfermo no puede comer ni beber, se le sostiene a veces por medio de baños alimenticios, que penetran a través de los poros de la piel hasta los centros vitales. M. L'Ambert trató a su nariz como a un enfermo a quien es preciso alimentar por separado a cualquier precio.
Como usted no ha podido afeitarse en dos ó tres días, unas cañas negras, redondas y agujereadas empiezan á asomar por los poros de su piel, creciendo con la misma rigidez que el hierro.
Estos hombres debian estar dotados de una existencia elemental como la tierra, como el agua, como el aire: debian ser luces á quienes bastara su natural calórico: debian vivir y conservarse por su propia virtud, de la misma manera que la esperanza vive y se conserva por virtud intrínseca y divina del deseo: debian vivir y conservarse en su espíritu, en su esencia, en esa misteriosa infusion de la mente hacedora, como el perfume de una flor vive y se conserva en los poros sutiles de sus tallos.
Su enorme faz rasurada quería echar la sangre por los poros, concentrándose con preferencia en el lomo gigantesco de su nariz borbónica. Los ojos, con ramos de sangre también, medio velados por no poder sufrir la gran pesadumbre de los párpados, se espaciaban lentamente por todo el ancho de la calle, expresando un grado envidiable de bienestar físico.
Me parece que he sido durante el invierno un gusano de seda apelotonado en el capullo, y que ahora me salen alas y voy a volar por ese inmenso salón verde que exhala sus primeros perfumes. ¿No siente usted lo mismo? Rafael afirmaba con gravedad. También él sentía el hervor de la sangre, los pinchazos de la vida en todos sus poros.
Cada vez que D. Francisco le llevaba dinero cobrado, un problema de usura resuelto y finiquito, se alegraba tanto la viudita que se le abrían los poros, y por aquellas vías se le entraba el carácter de Torquemada a posesionarse del suyo e informarlo de nuevo. La esposa de Torquemada estaba hecha tan a semejanza de este, que doña Lupe la oía y la trataba como al propio don Francisco.
En un rincon, hacinados como cadáveres, dormían ó trataban de dormir algunos chinos traficantes, mareados, pálidos, babeando por los entreabiertos labios, y bañados en el espeso sudor que se escapa de todos sus poros.
Palabra del Dia
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