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Actualizado: 9 de mayo de 2025
El dueño de una taberna que hay en la esquina de la calle, me dijo, en confianza, que hará unos seis meses que dos hombres, sin duda alguna agentes de policía, anduvieron haciendo investigaciones muy activas respecto a este individuo, y que, durante un mes, establecieron vigilancia sobre la casa, pero él no ha aparecido más desde ese tiempo.
En esta junta se vería y trataría todo lo perteneciente a real hacienda, haberes de los pueblos y policía de ellos: dando parte de todo a la junta superior de Buenos Aires, para que, visto allí, se determinase lo más conveniente.
Escribientes de las oficinas militares, ordenanzas, individuos de la policía, gendarmes, todos habían marchado para dar el último empujón, formando una masa de heterogéneos colores.
Por momentos iba ensanchando su acción: cada mes conquistaba un mercado nuevo; todos los años su balance comercial aparecía aumentado en proporciones inauditas. Sesenta años antes tenía que tripular sus escasos buques con los cocheros de Berlín castigados por la policía.
También entre ustedes, según he leído, hubo pueblos que encargaron su policía á gentes de otros países, y el extranjero podía perseguir y pegar al nacional en nombre del orden.
No tengo necesidad de la ayuda de un hombre que atenta contra la vida de una pobre mujer desamparada le respondí. Tenga presente que en adelante debe permanecer alejado de ella, o ¡por Job! le aseguro que sin más acá ni más allá, pediré la cooperación de la policía, y su historia pasada demostrará la perversidad de su carácter. Haga lo que guste rió de nuevo desafiadoramente.
Alguno de ellos bajó al café a dar parte a un inspector de policía que allí estaba el cual se presentó inmediatamente: otros corrieron a avisar a un médico. Subieron dos. La herida era de importancia y de consecuencias, porque quedarían señales en el rostro. Ordenaron que llevasen acto continuo a la enferma a la casa de socorro. Allí no disponían de medios para la cura.
He pedido trabajo a todo el mundo, y me ha sido negado en todas partes. ¡He pedido limosna y me han amenazado con la policía! ¿Por qué no os dirigisteis a vuestros amigos? ¡A mí, por ejemplo! ¡a mí, que tanto os debo! ¡a mí, que tan agradecido os estoy! ¡a mí, que por mis venas corre vuestra propia sangre! ¡En seguida! ¡para que me hicieseis poner nuevamente de patitas en la calle!
Jefe de la Policía Nacional. Jefe de la Marina Nacional. Presidente de la Academia de Ciencias. Presidente de la Sociedad Económica de Amigos del País. Decano del Colegio de Abogados. Presidente de la Cámara de Comercio. Presidente de la Asociación de la Prensa. Presidente del Banco Español de la Isla de Cuba. Presidente de la Audiencia de la Habana. Rector de la Universidad.
En varios sitios de Europa le habían encarcelado por sospechas de complicidad con los terroristas. La policía le había golpeado muchas veces. Comenzaba a serle difícil viajar por el continente, pues su fotografía figuraba con la de muchos compañeros en los centros policíacos de las principales naciones. Era un perro vagabundo y peligroso, que acabaría por ser expulsado a puntapiés de todas partes.
Palabra del Dia
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