Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 22 de mayo de 2025


Si no inventas un específico, al fin tendré que inventarlo yo... Fortunata, dile que invente, hija, convéncele... Podéis ganar ríos de oro». Pocas veces veía Fortunata al señor de Feijoo, que iba a la casa de visita, ceremoniosamente, y se estaba allí como una hora, charlando más con la señora de Jáuregui que con la de Rubín.

Y de allí nadie le podía sacar y no había amenazas capaces de intimidarle. En vano el Gobernador M hizo un viaje expresamente para hablarle y meterle miedo; él á todo respondía: Podeis hacer lo que querais, señor Gobernador, yo soy un ignorante y no tengo fuerzas.

Podéis creer que el haber yo consentido ha sido por ese regalo; pero os engañáis si creéis eso, señor; lo he aceptado porque me encontréis humilde, porque queráis mejor ampararme. ¿Pero qué os sucede? Estoy sola en el mundo; sola y amenazada de mil peligros. Cuando Montiño me dijo que una altísima persona me amaba... Otros hay más altos que yo, señora. ¡Oh, no, sólo Dios!

13 Ningún siervo puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas. 15 Y les dijo: Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; pero Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación.

Es respetado de todos y tiene amigos poderosos. ¿No me diréis cuáles son vuestros proyectos, ahora que no podéis contar con vuestro hermano? ¿Proyectos? Ninguno; no puedo tenerlos. Sólo dos amigos cuento fuera de la abadía de Belmonte y de ellos me separé esta mañana. Quizás pueda reunirme con ellos en Salisbury. ¿Y qué han ido á hacer allí?

Se compran muchas cosas sin pagarlas cuando se puede echar sobre el mostrador una tarjeta con un nombre conocido y una dirección elegante. Podéis amueblar vuestra casa, llenar vuestra bodega y proveer vuestro ropero sin que tengáis necesidad de enseñar el color de vuestros escudos. Pero hay mil gastos cotidianos que no se hacen más que con el dinero en la mano.

Si fuera tiempo, os diría: retiráos de la corte... pero ya no es tiempo, señor; estáis en el mismo caso que aquel que, subiendo unas escaleras, va dejando caer los escalones; no tiene más remedio que seguir subiendo, ó caer desde una inmensa altura á una muerte cierta; no podéis retroceder. Y entonces... ¿qué hago? Roma insiste sobre el asunto de las preces...

Yo creo que estáis loco, Montiño; que lo que os sucede os ha trastornado el seso. Puede ser, puede ser, señor. No habléis de eso á nadie, porque si de eso habláis con otras personas, podéis dar en la horca... yo me informaré... aunque de seguro estáis equivocado.

Ambos infinitos, ambos inmóviles, ambos medida general, ambos esencialmente compuestos de partes continuas, é inseparables. Tratad de limitarlos, y no podeis; señalais un límite, pero mas allá del límite sentís que hay un océano.

Indigno de vos. ¿Cómo podéis hablar de venganza y muerte, vos, tan joven y cándida, en cuyos labios sólo deberían oirse palabras de bondad y perdón? ¡Mundo cruel, que á cada paso me hace recordar el retiro y la paz de mi celda! Cuando así habláis me parecéis un ángel del Señor aconsejando seguir al espíritu del mal.

Palabra del Dia

commiserit

Otros Mirando