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Por eso nos permitimos recordar á los poderes constituídos que en Filipinas el comercio peninsular no tiene arraigo y la representación de nuestra raza es muy raquítica para poder neutralizar el incontrastable empuje del elemento asiático que allí impera, no sólo por el número, que ya hacen respetable los cien mil mestizos sangleyes que existen, sino por ser los principales acaparadores de la riqueza del país y encontrarse perfectamente organizados y con una unión que distan mucho de imitar nuestros compatriotas, por más que ésto obedezca á manejos que, si hoy no alcanzan á llamarse políticos, pudieran ser precursores de una hostilidad que en momento dado diese funestos resultados para la integridad de la patria, ocasionando desquiciamientos siempre dolorosos cuando no están justificados por las leyes naturales del progreso.

Este grandioso espectáculo expresa el sentimiento y la grandeza del Creador. Nuestra alma es un espejo viviente donde se reflejan todas estas bellezas, y en cuyo centro está Dios siempre que no permítimos colocar nubes ni sombras sobre la Naturaleza y el espejo.

La pragmática de los trajes que prohibía el uso de brocados, bordados de seda, chapados de oro, etc., y que se hizo extensiva á las Indias por Real Cédula de 12 de Noviembre de 1509, sirve para conocer nombres de las prendas de vestir y telas en ellas empleadas, por cuanto entre otras cosas decían: «Las personas que tengan bienes en cuantía de mil castellanos traigan jubón e caperuzas e bolsas e ribetes e pestañas de seda de cualquier color que fueren, con tanto que en una ropa no traigan mas de un ribete e que no haya en los dichos ribetes e pestañas mas anchura de como un dedo pulgar, e que no se traigan en los ruedos de las ropas, e que puedan traer becas de tercinel e de tafetan e papahigos de camino aforrados en el mismo tercinel e tafetan, e así mismo permitimos que puedan traer de seda las corazas e guarniciones, las faldas e goretes e capacetes e baberas e griyotes».

Administrador, nos permitimos desplegar las provisiones que habíamos sacado del Baldío y almorzar como unos..... jerónimos, haciendo mesa del poyo de piedra en que se encaramaba el Emperador para montar en la jaquilla ó en la mula..... Pero, volviendo á la fuente, diré que del libro de Fr. Vamos á la cuarta pared.

Nosotros velamos su sueño, y ¡qué demonio!, no es faltarles al respeto si nos permitimos alguna libertad. Vaya, compañero, ya va obscureciendo: juntemos las cenas. Y los dos vigilantes cenaban en el crucero, extendiendo sobre los peldaños de mármol las viandas de sus cestas.

Como ya eran muy cerca de las diez y no duraría el funeral menos de dos horas, y los forasteros habían de volver a sus hogares después de comer en el mío, y las tardes eran muy cortas, nos pusimos en marcha inmediatamente, acompañándonos Neluco y también su hermana y Mari Pepa, muy enlutadas. Al viejo Marmitón no le permitimos salir de casa.