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Actualizado: 30 de abril de 2025
Un cadáver horriblemente desfigurado, fue cogido entre dos marineros, y en el momento de levantarlo en alto, algunos de los circunstantes se permitieron groseras burlas, que en toda ocasión habrían sido importunas, y en aquel momento infames.
Las lentas singladuras en días de poco viento, las largas calmas ecuatoriales, le permitieron penetrar un poco en los misterios de la inmensidad oceánica, amarga y obscura, que había sido para los pueblos antiguos la «noche del abismo», el «mar de las tinieblas», el dragón azul que diariamente se traga al sol. Ya no vió en el padre Océano el dios caprichoso y tiránico de los poetas.
De repente se iluminó la habitación del Duque, cuyas mal cerradas persianas me permitieron ver en parte el interior de la misma, poniéndome de puntillas sobre la sumergida roca. Luego se abrieron las persianas por completo y distinguí el gracioso contorno de Antonieta de Maubán, destacándose con toda precisión en la viva luz del cuarto.
Unos y otros sin embargo llevaban indistintamente el nombre de mudéjares , porque nunca los piadosos reyes cristianos permitieron que los muzlimes que se habian entregado á la clemencia fuesen tratados como siervos, y en rigor estos no eran cautivos.
No pudo el P. Bartolomé de Blende gozar de estas caritativas demostraciones, porque á las repetidas instancias del ilustrísimo señor D. Pedro Levanto, arzobispo de Lima, á quien en Lisboa no quisieron dejar los holandeses por ser persona de tanta distinción, fué preciso le ordenasen los Superiores fuese acompañando á su ilustrísima hasta Holanda; para lo cual, disfrazado en traje de secular porque vestido de Jesuita no le permitieron ir los holandeses, pasó á Amsterdam, no sin conocido provecho de muchos de los mismos holandeses, ocultos católicos á quienes en secreto confesó y exhortó á mantenerse constantes y firmes en la fé.
Debidas á la bondad de los señores canónigos de Córdoba, que nos las permitieron copiar en el archivo de la santa iglesia catedral, las conservamos por si se presenta ocasion de darles cabida entre las memorias de la santa iglesia de Sevilla referentes al arzobispo que se hallaba de inquisidor general de España en tiempo de Luzero, canónigo tambien de aquella catedral.
En Diciembre y Enero la mejoría fue tan notoria, que doña Lupe estaba pasmada y contentísima. En Febrero ya le permitieron salir solo, pues no se metía con nadie y se le habían acentuado considerablemente la timidez y la docilidad.
Recordó cuando estuvo enferma, hacía ya tiempo, y le permitieron verla en su lecho diminuto, donde reposaba pálida y ojerosa, pero más bella que nunca. Recordó también la vez primera que vino á visitar á su madre, quien la recibió en la escalera y la echó los brazos al cuello cubriéndola de caricias y llamándola hija.
Entretanto, su buen talento y su inquebrantable tenacidad, le permitieron escribir varias obras dramáticas: entre ellas «Bernardo Palissy», «Nuestros íntimos», «Flor de Liana» y «Reina Ulfra», que la famosa Raquel no quiso representar. La fatalidad perseguía á Sardou.
Los conocimientos topográficos de su jefe de Estado Mayor un cura del país, que durante toda su existencia se había limitado á decir misa los domingos, pasando el resto de la semana en los montes con su escopeta y su perro le permitieron sorprender descuidado al enemigo, obteniendo una victoria ruidosa.
Palabra del Dia
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