Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 4 de julio de 2025
Se acordaba de que, al llegar a la Ronda, le había detenido el paso un perezoso carromato de cinco mulas, de esos que no acaban de pasar nunca. El muchacho, impaciente y atrevido, atravesó por debajo de la panza de una de las mulas, que por más señas era torda.
...¡Un muchacho que nunca ha bebido!... Y en todo se le nota un cambio alarmante... Está perezoso... indolente... todo lo deja para después... tiene un montón de cartas sin contestar... Hay otro detalle más extraño y es su afán de quejarse de todo: nadie lo quiere, nadie le guarda consideración, sus amigos no le escriben, ¡qué sé yo!
Ni corto ni perezoso, Felipe fue el primero en tirarse a fondo con intrépida torpeza, que Amaury aprovechó para darle un bote y desarmarle, arrancándole de la mano el arma, que fue a parar buen trecho lejos de su dueño. Le hacía a usted algo más diestro, Felipe dijo Amaury con tono irónico, no exento de amargura, porque en el fondo le repugnaba aquella superioridad que no deseaba.
Pero D. Custodio no era perezoso, hacía algo más que querer, obraba, y previendo que iba á dejar sus huesos en Filipinas y juzgando que aquel pais era su propia esfera, dedicóle sus cuidados y creyó liberalizarlo imaginando una serie de reformas y proyectos á cual más peregrinos.
Por el espacio pasaba junto a mí con perezoso vuelo un gran pajarraco: era el águila que acudía a guarecerse a la torre... Las brumas del mar subían poco a poco. Bien pronto veíase tan sólo el blanco festón de la espuma alrededor de la isla... De pronto, por encima de mi cabeza, surgía una gran oleada de plácida luz. Estaba encendido el faro.
Con dos renglones de secreta tinta hacen mas mal que la langosta fiera: hidra que tala cuanto el Mayo pinta. Son ya ministros de mayor esfera, y pretenden con brazo poderoso violar la paz que la razon venera. Andan á paso lento y perezoso, y quieren adquirir á costa ajena del santo honor el trono misterioso.
Perezoso, afecto a la embriaguez, irascible, camorrista y valiente como era, comenzó a turbar con frecuencia la paz de este pueblo, tan tranquilo siempre, y no pocas veces, con sus escándalos y pendencias, puso en alarma a los habitantes y dió que hacer a sus autoridades.
Escuchaba riendo las chanzonetas pesadas y groseras de Tomás; bromeaba con Ángela, dejando deslizar siempre que podía alguna lisonja, que en el campo, como en la ciudad, producen admirables efectos; contaba anécdotas picantes a Rafael, y le proveía de tabaco; hablaba del tiempo y las labores al criado, una especie de animal tardo y perezoso como el buey y con la testa casi tan dura.
En fin, señor y amigo mío -proseguí-, yo determino que el señor don Quijote se quede sepultado en sus archivos en la Mancha, hasta que el cielo depare quien le adorne de tantas cosas como le faltan; porque yo me hallo incapaz de remediarlas, por mi insuficiencia y pocas letras, y porque naturalmente soy poltrón y perezoso de andarme buscando autores que digan lo que yo me sé decir sin ellos.
El gran disco que transmitía a la bomba la fuerza del viento, estaba aquel día muy perezoso, moviéndose tan sólo a ratos con indolente majestad; y el aparato, después de gemir un instante como si trabajara de mala gana, quedaba inactivo en medio del silencio del campo. Ganas tenían las dos recogidas de seguir charlando; pero la monja no las dejaba y quiso ver cómo aclaraban la ropa.
Palabra del Dia
Otros Mirando