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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Hacia ella fue corriendo Adoración. «Chitito le dijo su tía, entrando pasito a paso . No hagas ruido, que tu mamá está dormida. Tiempo hace que no ha cogido un sueño tan largo. ¡Ay, señorita, lo que se perdió usted! Ha estado todo tan bien, que daba gusto».
No había aguardado siquiera quince días para comenzar esta vida de perdío borracho, que no se había interrumpido desde entonces. Y no era lo peor que se gastase la mitad del jornal en beber vino, sino que cuando volvía borracho a casa la mataba a golpes. Y todavía no era lo peor que la matase a ella, sino que mataba también a sus hijos.
Elvira le dió un apretón de manos á la inglesa, y Miss Old-Cheese le hizo una ceremoniosa cortesía á lo reina Ana Stuard, y le enfiló su lorgnon de concha hasta que le perdió de vista.
Un caso contarè yo verdadero, Que casi me reí, que aqueste dia Corriendo por la calle vi un barbero, Que al punto del temblor sangrado habia A un hombre, que tras él saliò ligero, Aunque la sangre roja le salia: El barbero perdió aquí su lanceta, Y al enfermo el temblor la vena aprieta.
Por entonces perdió el ojo izquierdo Alejandro Bermúdez Peleches; y, según relato de personas bien enteradas, lo perdió a consecuencia de una inflamación que le sobrevino de tanto llorar... y de tanto frotarlo, mientras lloraba, con la mano mal depurada de cierto menjunje cáustico que había preparado él para un enjuague vinícola de los muchos que hacía en su bodega.
Aquel juego se perdió. Moro dirigió una mirada a sus compañeros y alzó los hombros con resignación. En cuanto Valero se apartó un poco, apresurose a decir por lo bajo: No quise contrariar a D. Enrique; pero aquel juego no se podía ganar. Vindicada con estas palabras su fama, quedó tan alegre como si les hubiera dado una bola.
Tenía Gabriel dieciocho años cuando perdió a su padre. El viejo jardinero murió tranquilo viendo a toda su familia al servicio de la catedral, sin que se interrumpiese la sana tradición de los Luna.
Debemos saber con fijeza dónde estaba y qué hizo el día en que Blair perdió tan misteriosamente el conocimiento en el tren. No me gusta el individuo, aparte de su alias y secreta amistad con Blair. Su intención es mala, viejo, bien mala. La he visto brillar en el único ojo que tiene. Recuerda lo que dijo sobre que Blair lo había traicionado.
Mi tía quiere quitárselo de la cabeza; mas yo le dije: «Calma, calma, las cosas hay que verlas despacio. No nos precipitemos, tía», y por eso me vine aquí. Me comprometo a curarle a usted esa enfermedad de la imaginación que consiste en tener cariño al hombre indigno que la perdió.
Los toros eran otra cosa. ¿De suerte, que no has tenido nunca ganas de matar a un hombre?... ¡Y yo que creía que los toreros...! Se ocultó el sol, perdió la pradera su fantástica iluminación, se apagó el río, y la dama vio obscuro y vulgar el paisaje de tapiz que tanto había admirado.
Palabra del Dia
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