United States or Estonia ? Vote for the TOP Country of the Week !


No eran sino hojas caídas: el Parque, tan animado siempre, se veía solitario; sólo algunos agüistas tardíos, enfermos de veras, paseaban la acera de asfalto, henchida ayer del roce de ricos trajes y del rumor de alegres conversaciones.

Si en algo se pensaba alusivo a la solemnidad del día era en la ventaja positiva de no contarse entre los muertos. Al más filósofo vetustense se le ocurría que no somos nada, que muchos de sus conciudadanos que se paseaban tan tranquilos, estarían el año que viene con los otros; cualquiera menos él.

Paseaban por las cubiertas con la misma satisfacción del que paladea el regalo de la casa propia después de un viaje penoso. Entraban en el buque con una emoción de gratitud, lo mismo que si volviesen al pueblo natal.

Varios oficiales de la Guardia gubernamental y del ejército ordinario se paseaban con una mano en la empuñadura de la espada y la otra sosteniendo sobre el redondo muslo su casco deslumbrante. De los grupos masculinos vestidos con ropas de mujer surgía un continuo zumbido de murmuraciones y pláticas frívolas.

Vió Edwin cómo algunas damas que se paseaban con sus hijas por las terrazas del blanco palacio huían apresuradamente, cual si se acercase un peligro. Distinguió igualmente cómo iban avanzando por la costa varias compañías de arrogantes muchachas de la Guardia.

De seguro que por nada del mundo hubiera Juanito vendido a su perro. Así las cosas, una tarde del mes de agosto se paseaban por la carretera Juanito, Polonia su nodriza y el perro Fortuna. Don Salvador se había quedado en casa con el alcalde y el secretario del ayuntamiento, que habían ido a consultarle un asunto grave.

A la hora del café don Fermín no pudo resistir más, se escapó como pudo y volvió a la casa nueva, donde la algazara había llegado a ser estrépito de los diablos. Las señoras ya no estaban allí. La Marquesa, la gobernadora y la Baronesa paseaban por la huerta; la gente joven, Obdulia, Visita, Ana, Edelmira y la niña del Barón, corrían solas por el bosque.

Los desocupados que paseaban en torno del «queso» le veían entrar en el Casino con aspecto preocupado, como un jugador que acaba de descubrir una combinación nueva. El público de los salones le había visto también aproximarse á las mesas, como si le interesasen las peripecias de la fortuna.

Millares de esclavos negros, empleados en las faenas del puerto y en otros trabajos, discurrían solícitos por donde quiera. Marineros, soldados y hombres y mujeres del pueblo, paseaban o formaban grupos para charlar y reír, tratar de amores o promover pendencias.

Los guerreros de la Guardia gubernamental, hermosas amazonas de aire desenvuelto y gallardo, defendían el acceso á las habitaciones reservadas ó se paseaban en grupos por el patio al quedar libres de servicio. Estos militares privilegiados, que gozaban la categoría de oficiales, pertenecían á las primeras familias de la capital.