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Actualizado: 19 de junio de 2025
y ante las tristes y sentimentales su alma soñadora se arrebuja en un manto rosado de ideales. Como un vencedor ávido de exterminio y de ensaño en mi frente ha plantado su bandera el hastío. En prados luminosos va a pacer el rebaño de ilusiones que han hecho en mi alma el vacío.
Acordóse entonces de lo que tanto antes Nuestro Señor le había mostrado, y así sufrió con grande valor estas y otras gravísimas molestias de aquellos bárbaros tan crueles, que le echaron los caballos á pacer en su huerta, para quitarle en un momento el sudor de su rostro y el trabajo de sus manos.
Dejaba trascurrir el tiempo tumbado sobre el césped mirando pacer el ganado ó acariciando distraído la cabeza del mastín. Por fin llegó el otoño. El tío Goro retiró sus vacas. Nolo no pudo resistir más.
Pensativo además iba don Quijote por su camino adelante, considerando la mala burla que le habían hecho los encantadores, volviendo a su señora Dulcinea en la mala figura de la aldeana, y no imaginaba qué remedio tendría para volverla a su ser primero; y estos pensamientos le llevaban tan fuera de sí, que, sin sentirlo, soltó las riendas a Rocinante, el cual, sintiendo la libertad que se le daba, a cada paso se detenía a pacer la verde yerba de que aquellos campos abundaban.
Pero para la liebre, vestida con su abrigado manto de suave y tupido pelo, era noche de festín, noche de pacer los tiernos retoños de los pinos, la fresca hierba impregnada de rocío, las aromáticas plantas de la selva; y noche también de amor, noche de seguir a la tímida doncella de luengas orejas y breve rabo, sorprenderla, conmoverla y arrastrarla a las sombrías profundidades del pinar....
Pues peor es aún cuando el filósofo o el mulo, siguiendo la pícara comparación, tiene una compañera y la lleva de reata, y no la deja pacer tampoco. Mi obligación y mi gusto es seguir a mi marido por dondequiera que vaya; así me lleve a un desierto estéril como a la tierra de promisión. Por dicha, no creo que esté tan hundido en inútiles ensueños, que desconozca la realidad de la vida.
Zarandilla descolgaba la escopeta del arzón, arma que más de una vez tenía que echarse a la cara el aperador para imponer respeto a los arrieros que bajaban carbón de la sierra y al detenerse al borde del camino, soltaban a pacer sus bestias en los manchones, tierras sin cultivar reservadas para el ganado del cortijo cuando no estaba en la dehesa.
Más lejos un mozo aldeano deja pacer la yunta de sus vacas, y a lo largo de los caminos, que se pierden entre verdes y sonoros maizales, trotan cabalgadas de chalanes que van de feria, y cruzan graves y procesionales, viejos vestidos de estameña, con sus grandes bueyes de cobre luciente, hermosos como ídolos, con verdes ramos de roble en las testas. ¿Dónde se habrá metido el clérigo?
De pacer olvidadas escuchando o quizás consolándose de que poco o nada les dejen que pacer los rabadanes.
Se contenta con mascar hojas, pacer arándanos, saborear panales de miel: á veces se arriesga á bajar á la playa para ir á comer tranquilamente uvas y peras en la planta que las produce.
Palabra del Dia
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