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Actualizado: 3 de julio de 2025


Estoy sola; gusto mucho, durante las horas de la tarde, de irme sola y lejos. Amo mucho el otoño y los largos paseos, sin otro entretenimiento que mis impresiones; éstas son grandes como el horizonte y llenas del espíritu de Dios.

Desde Pascua florida hasta el equinoccio de otoño próximamente, los curas se quedaban casi solos en el Espolón; pero en Octubre volvían algunas señoras que tenían miedo a la humedad y a la influencia del arbolado allá arriba en el paseo de Verano.

Este paseo iba recordando a Francisco sus desvanecidos ensueños de ternura y toda sus ilusiones muertas... Tenía para él la melancolía de los crepúsculos de otoño, y también el tibio perfume de un ramo de violetas medio mustias.

Después seis horas más, oprimida entre un comerciante viajero y un judío polaco, en los calientes cojines de una diligencia, y al fin surgieron ante mis ojos, en los fuegos de una tarde de otoño, las torres de la pequeña población en que los seres que me eran más caros, los únicos a quienes quería en este mundo, habían edificado su nido.

Un can, asentado tan calladamente como si entendiese la alta ocasión en que se encontraba, avizoraba las celosías de una reja, y el sosiego era tanto, que se percibían desprenderse las hojas de los árboles, que derramándose de rama en rama se arrastraban someramente por el suelo al blando céfiro del otoño.

Cada villa, cada aldea preparó y facilitó su contingente sin tardanza, y en todo aquel otoño y parte del siguiente invierno se oyó de continuo por los caminos el toque de los clarines, el trotar de los caballos y el paso acompasado de los infantes, arqueros, ballesteros y hombres de armas, ya en compañías organizadas ya en grupos aislados, que de todas partes se dirigían á éste ó aquel castillo ó puerto.

La piedra que me servía de pupitre estaba tibia; los lagartos se paseaban casi al alcance de mi mano tomando el sol. Los árboles, que ya no eran del todo verdes, el día menos caluroso, las sombras más dilatadas, el ambiente tranquilo, todo hablaba con el encanto del otoño, época de declinación, de desfallecimiento y de odios.

Después anota algunos acontecimientos de poca importancia, al parecer, pero que en los pueblecitos son acontecimientos verdaderos, como por ejemplo: 26 de agosto. Ayer ha venido aquí un mercader ambulante. Cuando estas gentes aparecen por aquí, el otoño se acerca. Esto fue un acontecimiento para los niños del lugar.

Doña Camila y Ana se trasladaron a Madrid y allí vivían parte del año los tres juntos, pero el verano y el otoño los pasaban en la quinta de Loreto.

¿Fué el que hallaron estrangulado en un maizal? interrogó el conde. No, señor; ese fué Antuña, el pagador de la carretera. Esa muerte ha sido mucho antes... á principios del otoño. De todos modos, ha sido un asesinato horrible.

Palabra del Dia

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