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Actualizado: 9 de junio de 2025
¡Es la guerra! dijo Freya. ¡Claro que es la guerra! repuso la doctora, como si le ofendiese el tono de excusa de su amiga . Y es también nuestro derecho. Nos bloquean, quieren matar de hambre á nuestras mujeres y nuestros niños, y nosotros les matamos á los suyos. Sintió el capitán la necesidad de protestar, sin hacer caso de los gestos de su amante y de sus tirones ocultos.
Había llegado el momento solemne para la casa de Brull y todos sus fieles, no seguros aún de la omnipotencia del partido, como si temieran a ocultos enemigos que podían presentarse inesperadamente, se agitaban en la ciudad y los pueblos lanzando cual grito de victoria el nombre de Rafael. Pocos se acordaban de la inundación.
No fueron estos consejos tan ocultos al Emperador Andronico, como se pensaba, y trató luego de prevenirse, porque conocia á los Catalanes con brios para emprender cosas tan grandes, y al parecer imposibles. Envió Capitanes expertos á Macedonia, á levantar gente para defender las Ciudades principales.
A la entrada de este sendero apareció un hombre a caballo, al que se distinguía difícilmente a la pálida luz del crepúsculo; se detuvo de pronto, pareció conferenciar con algunos de sus compañeros, sin duda ocultos entre los áloes, y después arrojó al aire un cigarrillo encendido que describió una ligera faja de fuego.
Habría tenido sus pasiones como todos; en ciertos momentos se escapaba a través de su exterior inmutable y tranquilo un arranque de vehemencia. Sus ardores de poeta perdido en la política delatábanse algunas veces, como esos volcanes ocultos bajo una sima de nieve se revelan con lejano trueno.
Los náufragos rompieron nutrido fuego, dirigiendo sus tiros a los matorrales en que estaban ocultos sus enemigos; pero los piratas, decididos por lo visto a acabar de una vez con ellos, seguían lanzando flechas encendidas que iban a dar unas en la casa y otras en el corredor que la circundaba.
Ocultos bajo el ramaje, para librarse de la observación de los aviadores enemigos, los cañones franceses se esparcían por las crestas y mesetas de una serie de montañas. En este rebaño de acero había piezas enormes, con ruedas reforzadas de patines, semejantes á las de las locomóviles agrícolas que Desnoyers tenía en sus estancias para arar la tierra.
Recibióle Andronico con semblante alegre, pero con ocultos temores y sospechas, porque los Catalanes se aumentaban, no solo en reputacion, pero con nuevos suplementos de gente. Y aunque Andronico procuró con particular instancia, que Berenguer viniese á servirle, fué antes que los Catalanes alcanzasen tantas victorias de los Turcos.
Los hijos del país que meses antes rodeaban al poeta con su cariñoso entusiasmo no podían servirle ahora de consuelo. Unos estaban en la guerra; otros habían huído; los demás sufrían en la ciudad toda clase de vejaciones, y para evitarlas, se mantenían ocultos en sus casas.
Las alhajas estaban escondidas; los canónigos y los beneficiados, que entonces se llamaban racioneros, vivían desperdigados por la península. Unos se habían refugiado en las plazas todavía españolas; otros estaban ocultos en los pueblos, haciendo votos por que pronto volviese el Deseado.
Palabra del Dia
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