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Actualizado: 7 de julio de 2025
Es necesario que la deje; hablando, nos hemos olvidado de que se iba haciendo tarde. Es verdad dijo ella; el sol camina ya hacia el ocaso. Adiós, señora. ¿Adiós? exclamó ella. ¿Es que se marcha usted de veras?
Por fin consiguió Roger ponerlos en paz, y habiendo cesado la lluvia se despidió de aquellos divertidos polemistas. No tardó en divisar grupos de cabañas, campos cultivados y una que otra granja; pero el sol se acercaba á su ocaso cuando el viajero vió á distancia la elevada torre del priorato de Salisbury.
El sol descendía rápidamente hacia el ocaso. Sobre sus cabezas cantaba el ruiseñor. Cuando hubieron dado buena cuenta de la tortilla y el queso, D. Prisco bebió un número prodigioso de vasos de agua. Era su manía y su vicio. El capitán sólo algunos sorbos de vino. Entonces D. Prisco volvió á meter la mano en las profundidades del balandrán y sacó la baraja. ¿Una brisquita?
Movimiento diurno=. Se da ese nombre al movimiento de conjunto que arrastra á todo el cielo de oriente a occidente en el intervalo de un día próximamente. Cada estrella describe, desde su orto hasta su ocaso, una circunferencia entera; una parte de esta circunferencia es trazada sobre el horizonte y la otra debajo.
Aresti hablaba con tranquilidad, como si desde mucho antes esperase lo que su primo iba á contarle; seguro de que aquella novela de amor, desarrollada en el ocaso de la madurez, había de tener un desenlace triste. Sánchez Morueta comenzó á hablar con lentitud, como si le doliese, con profundo desgarrón, el remover sus recuerdos.
Mas antes de hacer esto, mira el caliz De la flor que te ofresco, y escondida Hallarás una lágrima vertida, Que en la aurora cayó sobre el vergel: Vierte otra gota en tu sereno ocaso, Que dos gotas de llanto derramadas Son amargas, si se hallan separadas, Y juntas son dos lágrimas de miel.
Después del ocaso, la pirámide aparece con una belleza espléndida y purísima á un tiempo.
¡Qué podía importarle la paralización momentánea de las obras!... Era joven y tenía muchos años por delante. Lo que deseaba estudiar era la vida de una estancia, pero teniendo por maestro á Flor de Río Negro, que le acompañaba á caballo á través de los campos desde la salida del sol hasta el ocaso. Un fúnebre descubrimiento aumentó el mal humor del español, poco después de la fuga de Elena.
Además, el Sol se encontraría en el mismo caso que las estrellas, y como ellas tendría á horas fijas su orto, su máximum de elevación y su ocaso. Pero eso no sucedería en el caso de que la Tierra, en vez de permanecer inmóvil en T, se moviese siguiendo la orilla de la mesa, conservando para su eje de rotación la misma inclinación y la misma dirección en el espacio.
Era la hora del ocaso y los rayos del sol que se ponía hacían más intensa la roja vestidura del prócer. Al principio el regreso del Conde fué escasamente comentado en la Ciudad, porque había casi, desaparecido su memoria.
Palabra del Dia
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