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Actualizado: 21 de junio de 2025
Y considerado bien y ponderado todo, me atrevo a sostener que la joven no está posesa ni obsesa. Vuestra reverencia me ha de perdonar si le contradigo. No veo prueba en contra de la posesión o de la obsesión de la joven. Aunque me esté mal el decirlo, sabido es que, a Dios gracias, ejerzo bastante imperio sobre los espíritus malignos, y que he expulsado a no pocos de los cuerpos que atormentaban.
Todo lo aceptaba con tal de gratificar en alguna medida su vanidad inocente, con tal que se le conociese y se hablase de él. Su obsesión era aventajar la fama de Belarmino, humillarle algún día. Belarmino ganaba cada vez más popularidad.
Había pasado la noche en el Casino, silencioso y malhumorado bajo la obsesión de estas protestas. ¿Qué tenía su proyecto de extraño y absurdo para que lo repeliese aquel chueta, a pesar de constituir un honor para su familia, y aquel payés rudo y falto de escrúpulos, que vivía casi fuera de la ley?...
No puede persuadirse de que tales homenajes sean consagrados a una divinidad vulgar, que tan magníficos altares se levanten de siglos en siglos a un ídolo de barro. El amor sigue siendo, por consiguiente, a pesar de todo y por todo, la principal ocupación del pensamiento, y la perpetua obsesión del corazón.
Le acompañó hasta su buque el recuerdo de este hombre como una obsesión, sin lograr que su memoria diese una respuesta á sus preguntas. Luego, al verse en la cámara de popa con Tòni y el tercer oficial, volvió á olvidarlo. En los días sucesivos, al bajar á tierra, su memoria experimentaba invariablemente el mismo fenómeno.
De todo el lento chorrear de palabras, sólo algunas llegaban hasta su cerebro, clavándose en él con la persistencia de la obsesión «Glasgow... Liverpool... necesarios nuevos mercados... abaratar las tarifas de ferrocarriles... los agentes ingleses son unos ladrones...» «Bueno, que los ahorquen», contestaba mentalmente Rafael.
La humanidad, renovando de generación en generación su activa esperanza y su ansiosa fe en un ideal, al través de la dura experiencia de los siglos, hacía pensar a Guyau en la obsesión de aquella pobre enajenada cuya extraña y conmovedora locura consistía en creer llegado, constantemente, el día de sus bodas.
Se largaron, pues, no sé dónde, y las de Pinto respiraron. Segura estoy de que si no llegan a irse, atribuladas y compungidas las de Pinto por una perpetua y abominable obsesión, las tres abandonan el mundo y se meten monjas.
Y tal era su poder de obsesión, que Julio veía lo que el otro se imaginaba haber puesto en los ojos de redondez buhesca. El también pintaría almas... almas de mujeres. Con ser tan fácil este trabajo de engendramiento psíquico, Argensola gustaba más de charlar recostado en un diván ó leer al amor de la estufa mientras el amigo y protector estaba fuera.
En otras circunstancias, la señora de Montauron habría sujetado a muy severo examen el vínculo obligatorio de la invitación británica, pero, si en las actuales coyunturas la súbita ausencia de su sobrino desconcertaba algunos de sus planes contrariándola en ciertos respectos, veíase en cambio libre de obsesión tan pesada, que ante esa idea otorgó su permiso con relativa buena voluntad.
Palabra del Dia
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