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Actualizado: 1 de mayo de 2025


En la misma procesión se observaba también una figura de mujer, fantásticamente adornada, con la cual se significaba la prostituta Babilonia. Los autos, como dijimos antes, se representaban en tablados al aire libre.

Si usted me invita... No, no lo invito, pero quiero que venga me repuso con firmeza. ¿Usted lo manda?... avancé yo extendiéndole la mano. Valentina miró en derredor; nadie nos observaba; tomome la mano y oprimiéndomela con la suya: Lo exijo me dijo a media voz. ¡Valentina!...

Juno tocó diez veces seguidas el último pensamiento de Weber u otro aburrimiento por el estilo, indicio en ella de gran preocupación, mientras que mi tío nos observaba de un modo perspicaz y burlón. El señor de Kerveloch vino a almorzar al Pavol al siguiente día; tres después pedía la mano de Blanca, y apenas habían pasado dos semanas de esto, cuando yo escribía al cura.

El ruido de pasos se dejó oír más. De un salto me paré... Roberto vino, se sentó al borde de la cama; con la mano enjugó el sudor que cubría la frente de Marta, e hizo deslizar los cabellos de ésta por entre sus dedos. Yo lo observaba de reojo y a hurtadillas. Apenas osaba respirar.

De todos los nombres que la señora Aubry había pronunciado al presentarlo, uno solo retenía su memoria: el de Huberto Martholl. A este joven que, la víspera, durante la comida, apenas había notado, porque le había parecido un mundano cualquiera, ¡con qué ojo investigador no lo observaba ahora!

Su expresión habitual era soñadora y triste: algunas veces tenía un modo de dirigir una mirada ligera, de soslayo, sobre alguna persona que no le observaba a él, y, con una mirada tranquila y fija, parecía que mentalmente estaba midiendo el calibre de la persona que estaba ajena de ello. ¡Qué ojos tan tremendos tiene el señor Poe! me dijo una señora.

Con frecuencia, y ya que estaban apaciguadas, dilatábame largo rato en el cafetín departiendo con las desdichadas, y del coloquio extraía provecho espiritual, puesto que la compasión, a que me movían, es un depurativo del alma; y también observaba los tipos, casi todos estrafalarios, que concurrían en el antro.

En vez de replicar, de defenderse, observaba á su adversario y se afirmaba en la resolución de no unirse con semejante furia.

Aquellas tristezas, aquellos arranques mal disimulados de impaciencia, de despecho, que yo observaba con el rabillo del ojo ¡ay! ¡, esto era lo cierto, con el rabillo! ¿serían ilusiones mías, nada más que ilusiones? ¡Pero si no podía ser!». Y sentía sudores y escalofríos al imaginarlo.

Salvador la observaba lleno de incertidumbre; y sólo pudo averiguar, al cabo, que de tarde en tarde la muchacha alzaba el vuelo de sus pestañas sedeñas hacia los ojos fulgurantes de Fernando....

Palabra del Dia

hociquea

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