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Actualizado: 1 de mayo de 2025


Y el cuidado y compostura que desplegaban los holgazanes que estaban parados delante de las ventanillas, según inveterada costumbre, arreglando sombreros y corbatas, indicaba además que la mujer era bonita: todo lo cual observaba desde la banqueta, don Jacobo Melín, con sonrisa filosófica.

Era tal la distinción aristocrática de doña Inés, que, sin poder remediarlo, hasta en su padre encontraba cierta vulgar ordinariez que la afligía no poco; pero como doña Inés tenía muy presentes los mandamientos de la Ley de Dios y los observaba con exactitud rigurosa, nunca dejaba de honrar a su padre como debía, si bien procuraba honrarle desde lejos y no verle con frecuencia, a fin de no perder las ilusiones.

La niña del vestido azul nos seguía de lejos, para acompañarlo a la vuelta, pero él no la veía, se enorgullecía de marchar de mi brazo como un hombre. Mamette, radiante, observaba todo esto desde el quicio de la puerta, y al contemplarnos, movía graciosamente la cabeza como si nos dijese: «Todavía puede andar mi marido, a pesar de los años que tieneEl señor subprefecto ha salido de expedición.

Como se había hecho tan visible para esta agravación de los espantos de la pobre mujer, la observaba con cuidado desde lejos, y por eso pude notar que eran de prueba terrible para la infeliz aquellos momentos: parecía un reo de muerte que caminaba hacia el patíbulo cada vez que se alejaba del cantaral con el calderón sobre la cabeza y una «escala» en cada mano.

Rato hacía que Roger contemplaba con interés y no sin alguna alarma el rostro de la noble esposa de Duguesclín, que hundida en su sillón parecía últimamente ajena á cuanto en torno suyo se decía, brillantes los ojos, fija la mirada y empalidecidas las mejillas. Notó Roger que Duguesclín observaba también á su esposa, inquieto y trémulo. ¿Qué tenéis, esposa mía? le preguntó.

Por mucho que lo disimulase, el conde observaba que la cintura de su querida se ensanchaba. Cuando, lleno de congoja, comunicó con ella esta observación, se echó a reír: Calla, tonto, lo notas porque ya lo sabes. ¿Quién va a sospechar porque esté un poquito más abultada? Muchas veces le gusta a una llevar flojo el corsé.

Ella, que observaba con serenidad los acontecimientos, sintió de pronto llenarse su corazón de tal angustia, que se desplomó sobre un sillón, sollozando. El señor Aubry pasó muy agitado la noche, y el día siguiente no fue mejor. El médico, sin pronunciarse de un modo categórico, recomendó el reposo absoluto.

Dándose cuenta de que el Señor la observaba, Eva fué adoptando las actitudes que consideró más interesantes, esforzándose por hacer valer con ellas las gracias de su cuerpo y la elegancia de sus adornos. Al mismo tiempo sonreía, segura de misma.

Entonces Isidora vio que la marquesa sacó unos lentes de oro, y aplicándolos a sus ojos, la miraba, la observaba detenidamente, callada, fría, como si examinara un objeto raro, pero no tan raro como para despertar admiración. Isidora creyó que la señora había estado mirándola siglo y medio, año más, año menos. Al fin, de aquella hermosa esfinge con lentes salió una palabra.

Y en cuanto a mi, sorprendida por tal aparición, había entornado uno de los postigos de la ventana, y observaba los acontecimientos sin hacer un movimiento.

Palabra del Dia

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