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Actualizado: 11 de octubre de 2025


El labriego, el artesano, el pequeño propietario, que pierden sus cosechas o las perciben escasas tras largas penalidades; que viven en casas pobres y visten astrosamente, sienten sus espíritus doloridos y se entregan por instinto, por herencia a estos consuelos de la resignación, de los rezos, de los sollozos, de las novenas, que durante todo el mes, durante todo el año se suceden en las iglesias sombrías, mientras las campanas plañen abrumadoras.

El río corre rumoroso, de escalón en escalón, entre dos ringlas de viejas casas; las calles son estrechas, sórdidas; un olor de humedad y cocina se exhala de los porches oscuros; tocan las campanas a las novenas; entran y salen en las iglesias mujeres con mantillas negras, hombres que remueven en el bolsillo los rosarios.

La cuarta señora era la generala viuda de Pillote. Tendría cincuenta años, pero a media luz representaba treinta y cinco; estaba hacía tiempo en relaciones con otro general a quien el difunto legó sus placas en prueba de buena amistad; se dedicaba mucho a las cosas de iglesia, bacía novenas, y creyendo que esto no podía ya ponerla en ridículo, vestía imágenes.

Ni por un momento he tratado de mezclar la religión en mi crítica ni tampoco está en mis manos variar las consecuencias que se deducen de los hechos mencionados en las novenas, que es la literatura responsable de un estado de mentalidad pueril, absolutamente inadecuada para la inteligencia de la moral, compuesta de elementos paralizadores y no de progreso.

Los maitines son rezados, y todos los oficios se entonan en medio de la mayor soledad. El pueblo creyente no conoce ya la liturgia, no la estima, la tiene olvidada; sólo se siente atraído por las novenas, triduos y ejercicios, lo que se llama culto tolerado y extralitúrgico.

Se citaban, además, pasages de novenas, libros de milagros, dichos de curas, descripciones del cielo y otras zarandajas. Don Primitivo, el filósofo, estaba en sus glorias citando opiniones de teólogos. Porque ninguno puede perder, decía con mucha autoridad; perder ocasiona disgusto y en el cielo no puede haber disgustos.

Pepita no da sólo para los pobres, sino también para novenas, sermones y otras fiestas de iglesia. Si los altares de la parroquia brillan a veces adornados de bellísimas flores, estas flores se deben a la munificencia de Pepita, que las ha hecho traer de sus huertas.

Los dos lo tenemos, los dos. En pasando de los sesenta no hay día seguro.... Si esos pensamientos te sirviesen para acordarte más de Dios y trabajar en su santo servicio, me alegraría de que los tuvieses. ¿Te parece que no trabajo bastante por él, y me lleva todos los años más de cinco mil duros en misas y novenas? ¡Vamos, Antonio, no hables así!

Su adorada, entretanto, borda ó lee, reza el rosario con sus padres, hace flores, hace dulces, hace novenas.....; pero todo maquinalmente. Ciertas noches, de tiempo inmemorial, van á su casa unas solteronas á acompañar á su madre, que no lee otro periódico que el que ellas constituyen por propias.

Una vez que San Antonio de Padua predicaba en la playa, ocurrió que "salieron del agua los peces a quienes predicó y que le oyeron atentos." Prolongaría innecesariamente esta conferencia si mencionara todos los absurdos consignados en las Novenas de los cuales tengo un amplio caudal que constituye una documentación positiva utilísima para la historia de la superstición que apenas desfloro aquí.

Palabra del Dia

aprietes

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