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Actualizado: 12 de octubre de 2025


Observaré que esta tendencia á la dispersión se ha atenuado mucho en los tiempos presentes. Los actuales novelistas gustan más de recoger una acción y seguirla sin vacilaciones ni tregua que de entretenerse con otras narraciones secundarias más ó menos alejadas de la principal, como hacían los del siglo pasado y los de la primera mitad del presente.

En la Biblia no pueden existir narraciones falsas o contradictorias. Esto se repetía el sacerdote a cada instante, hasta en voz alta cuando se hallaba solo.

Fáltame para intentarlo interrogar el suelo y visitar los lugares de la escena, oír las revelaciones de los cómplices, las deposiciones de las víctimas, los recuerdos de los ancianos, las doloridas narraciones de las madres que ven con el corazón; fáltame escuchar el eco confuso del pueblo, que ha visto y no ha comprendido, que ha sido verdugo y víctima, testigo y actor; falta la madurez del hecho cumplido y el paso de una época a otra, el cambio de los destinos de la nación, para volver con fruto los ojos hacia atrás, haciendo de la historia ejemplo y no venganza.

Zúñiga nos ha trasmitido la memoría de aquellas solemnidades muy puntualmente y el Maestro Malara hízolo asímismo en su libro, de todos conocido, del Recibimiento de Felipe II, por tanto, como nada nuevo podríamos añadir á ambas narraciones, omitimos tratar de dichos sucesos que no tuvieron rivales en ninguno de los del mismo género celebrados posteriormente.

En realidad, la única razón que he tenido para ponerme en comunicación directa con el público, viene á ser el deseo de presentarme como autor de la más larga de mis narraciones; y al paso que realizaba mi objeto principal, me pareció que podría permitírseme, por medio de unas cuantas pinceladas, dar una vaga idea de un género de vida hasta ahora no descrito, bosquejando los retratos de algunas de las personas que se mueven en ese círculo, entre las cuales la casualidad ha hecho que se contara el autor.

Es, sin embargo, más verosímil que los cantores ambulantes se esforzaban solos en impresionar á su auditorio con sus narraciones, acompañándolas con animados gestos, y variando el tono y las modulaciones de la voz cuando llegaban los diálogos.

Con frecuencia terminaba sus narraciones con estos versos de Concha, en su Arte de Navegar: Por tierra y por mar profundo Con imán y derrotero, Un vascongado el primero Dió la vuelta a todo el mundo. Y aunque estos versos no tuvieran relación alguna con lo contado, por el tono solemne con que los recitaba mi tía Úrsula, me parecían un final muy oportuno para cualquier relato.

Así me limitaré á prescribir lo ménos que pueda, y con la mayor brevedad que alcance. En igualdad de circunstancias, es preferible el testigo ocular. Por mas autorizados que sean los conductos, siempre son algo peligrosos; las narraciones que pasan por muchos intermedios suelen ser como los líquidos, los que siempre se llevan algo del canal por donde corren.

Le gustaba a Yurrumendi, cuando relataba estos cuentos extraordinarios, documentar sus narraciones con una exactitud matemática, y así decía: «Una vez, en Liverpool, en la taberna del Dragón Rojo....» O si no: «Nos encontrábamos en el Atlántico, a la altura de Cabo Verde....»

Esta segunda guerra, más ardiente tal vez aunque menos brillante que la anterior, pareciome buen asunto para otras diez narraciones, consagradas a la política, a los partidos y a las luchas entre la tradición y la libertad, soldado veterano la primera, soldado bisoño la segunda; pero ambos tan frenéticos y encarnizados, que aun en nuestros días, y cuando los dos van para viejos, no se nota en sus acometidas síntoma alguno de cansancio.

Palabra del Dia

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