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Actualizado: 13 de julio de 2025
Como última pincelada del cuadro que vamos bosquejando, merece ser copiado otro documento de los mismos curas de la mencionada iglesia de San Andrés en el cual decían: «que la dicha iglesia tiene vn cementerio en el qual se entierran cada vn año assí de la collación como del hospital del amor de dios, más de ochocientas personas y están sepultados de mucho tiempo más de cien mil christianos, en medio de dicho cementerio está puesta vna cruz grande de mucha veneración como lugar dedicado para lo sobre dicho por todo lo qual es lugar de piedad, emos hallado y visto muchas veces perros sacando parte de los cuerpos de los sepulcros y comiéndolos y los vecinos comarcanos no teniendo respecto á la decencia del lugar echan de noche mucha suciedad y inmundicia de sus casas en el dicho cementerio, lo cual parece muy mal y todo lo sobredicho nasce de estar el dicho cementerio descubierto y sin cerca ...» Pedían que la Ciudad lo mandase cercar.
Bajaban a las hondonadas de tierra sembrada de mies raquítica; subían a los vertederos, donde lentamente, con la tierra que vacían los carros del Municipio, se van bosquejando las calles futuras; pasaban junto a las cabañas de traperos, hechas de tablas, puertas rotas o esteras, y blindadas con planchas que fueron de latas de petróleo; luego se paraban a ver muchachos y gallinas escarbando en la paja; daban vueltas a los tejares; se detenían, se sentaban, volvían a andar un poco, sin prisa, sin fatiga.
Podría seguir bosquejando otra porcion de cuadros del mismo género, por medio de rápidos perfiles, pero la multiplicidad de ellos no probaria mas que los nombres de Homero, de Corneille y de Shakespeare, á quienes tendríamos que clasificar de hombres incompletos, si hubiésemos de juzgar con el criterio de los hombres positivos, que cuando les presentan un libro de poesía preguntan ¿y esto qué prueba?
El duque se dejaba venerar observándolos con mirada más socarrona que enternecida. Cuando volvían la espalda para irse, seguíalos con los ojos, bajaba los párpados lentamente, revolvía entre los labios la breva americana y se iba bosquejando en su rostro una sonrisa burlona que duraba todavía algunos segundos después de perderlos de vista. Las cosas siguieron en el estado de antes.
En realidad, la única razón que he tenido para ponerme en comunicación directa con el público, viene á ser el deseo de presentarme como autor de la más larga de mis narraciones; y al paso que realizaba mi objeto principal, me pareció que podría permitírseme, por medio de unas cuantas pinceladas, dar una vaga idea de un género de vida hasta ahora no descrito, bosquejando los retratos de algunas de las personas que se mueven en ese círculo, entre las cuales la casualidad ha hecho que se contara el autor.
Palabra del Dia
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